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Víctimas de un empeño inútil

Una embarcación que transportaba ciudadanos magrebíes volcó ayer en aguas de Gran Canaria, provocando la muerte de al menos diez personas. Al parecer, se arrojaron al mar pensando que ya habían tocado tierra, y el cansancio acumulado hizo el resto. Los datos oficiales hablan de un centenar de muertos en lo que va de año en las aguas del estrecho o cerca de las costas canarias. Pero el saldo de vidas cercenadas de una u otra manera por las políticas arbitradas en los países europeos para limitar la inmigración de los países empobrecidos a los mínimos que sus economías precisan es, sin duda, mucho mayor.

Europa entera intenta dotarse de una coraza que tiene su primera fisura precisamente en el empeño que ponen en coartar la libertad de desplazamientos al hambre, a la pobreza o al mero deseo de desarrollar una vida digna allá donde se proclama que las libertades están garantizadas. Pero esa coraza policial, aunque posiblemente consiga limitar en pequeñas cifras la llegada de inmigrantes, aumenta en mucho los peligros. Cada vez las embarcaciones «ilegales» deben recorrer más kilómetros en más precarias condiciones, acosadas por las medidas policiales que se van imponiendo para ponerles freno.

La inmigración a la carta -no se trata de eliminarla, sino de controlarla- es un empeño inútil que sólo aumentará el saldo de víctimas.

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