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Raimundo Fitero

Padre y madre

Los rusos acaban de dar noticia de la explosión de una bomba de vacío a la que consideran «el padre de todas las bombas», para contrarrestar lo que los norteamericanos llamaron hace unos meses, «la madre de todas las bombas». Según se nos informa con ilustraciones visuales muy inquietantes, se trata de una bomba convencional, que puede arrasar con todo, pero que «no tiene peligro de contaminación». Es decir, podremos morir tranquilos, nos habrán borrado del mapa, pero podrán a los pocos meses parcelar el terreno sin problemas porque no habrá resto de radioactividad.

De esta noticia televisiva que se habrá difundido por una agencia oficial y que se habrá repetido por todos los canales y cadenas del globo terráqueo, lo que añade un valor de advertencia es que se ha tratado todo como un anuncio publicitario, es decir propaganda de bloque, orgullo de ejército, una inyección de moral a los generales deso- cupados, además de una compensación ante el monopolio internacional que quiere imponer Bush. Pero posiblemente esto sea una interpretación meramente voluntarista de este consumidor televisivo, porque en el gasto militar la carrera no se ha parado nunca.

Desde la misma Rusia, y casi sin solución de continuidad, se nos informa de que ayer los funcionarios podían tomarse el día libre, pero con una condición: debían trabajar de dos en dos para intentar crear patriotas. Así de sencillo, los niños que nazcan dentro de nueve meses vendrán con un pan, un frigorífico o una lavadora bajo el brazo. Es una campaña por la natalidad realizada por decreto, y en donde a las claras se recuerda que para procrear hay una fórmula natural e histórica: copulando. Las declaraciones de algunas personas en el reportaje que se nos ofreció eran absolutamente demenciales, algo así como todo por la patria, pero lo primero follar, y todavía más lo eran las imágenes ilustrativas, los besos pasionales, los encuentros en los lugares más inverosímiles, casi un anuncio de contactos o de preservativos. Perdón, no, que no, que sin preservativo. Día libre para folgar, pero el pecado en este caso es impedir la fecundación. Padre y madre. Como los de Madeleine, una obsesión televisiva.

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