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Martin Garitano Periodista

Largo, duro y difícil

Bendito el paso del tiempo que, además de envejecernos y hacernos más sabios y prudentes, pone a cada cual en su sitio y da a cada palabra su sentido.

En los primeros tiempos (públicos) del proceso de negociación, José Luis Rodríguez Zapatero advirtió de forma un tanto misteriosa que el camino hasta la normalización política y la paz sería «largo, duro y difícil». No todo el mundo supo entender por qué, cuando de lo que se trataba era de aunar esfuerzos para hacerlo todo más breve, cómodo y fácil. Hoy ya lo sabemos.

El presidente español no se refería al proceso de diálogo y negociación con ETA y con las fuerzas políticas vascas, sino a lo que de forma indefectible vendría después. Y él lo sabía porque, desde el primer minuto, sabía que prometería y no cumpliría, que acordaría lo que nunca pondría en práctica y que, si la contraparte caía en la cuenta del butrino en el que le querían encerrar, todo se iría al traste. A partir de ahí empezaría el calvario «largo, duro y difícil».

La primera ficha fue, además de un representante de ETA en las conversaciones, Arnaldo Otegi. El que fuera pieza clave para sentar las bases de un diálogo sensato sobre principios democráticos paga hoy prisión por razón de la venganza. El mismo día en que lo encarcelaron quedó al descubierto la verdadera estrategia del Gobierno español. Una estrategia infantil e irresponsable, bien es cierto, pero eso es lo que hay.

Ahora le ha tocado a Juan Mari Olano. El Gobierno de Ibarretxe, adosado a la estrategia de Zapatero y sostenido por un PNV que no ha dudado en remangarse y ensuciarse las manos con la Ley de Partidos y la estrategia represiva «larga, dura y difícil» ha detenido, motu proprio, a un político referencial en Euskal Herria por un delito que sólo puede entenderse como tal en una dictadura. Lo ha entregado atado a un juez como Garzón y hoy paga también prisión.

No corren, pues, buenos tiempos, y veremos cómo se repiten escenas que pensábamos pertenecían al pasado. Tal vez porque así lo deseábamos. Rodríguez Zapatero ha elegido el camino más largo, más duro y más difícil aunque sepa que, al final, tendrá que transitarlo si de verdad quiere la normalización y la paz. Y el PNV tres cuartos de lo mismo. Aunque le suponga perder cuotas de poder y euros.

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