regulación de la recogida de hongos y setas
Ultzama, en el punto de mira de los seteros
Por primera vez en Euskal Herria un ayuntamiento ha elaborado un proyecto de ordenación y planificación de sus recursos micológicos. A partir de hoy, todas aquellas personas que quieran coger hongos o setas en el Valle de Ultzama deberán pagar una licencia, que será distinta según se trate de vecinos o de foráneos. «Que quede claro que esta regulación no va contra los guipuzcoanos», aclara Javier Gómez Urrutia, el micólogo profesional que ha redactado el proyecto.
Iñaki VIGOR
La noticia de que el Ayuntamiento del Valle de Ultzama iba a cobrar por recoger hongos y setas en su término municipal saltó en otoño del pasado año, después de que miles de personas acudieran a sus bosques en busca del preciado hongo beltza. Aquella fue una temporada excepcional, hasta el punto de que, un año después, muchas personas todavía guardan en sus arcones frigoríficos hongos congelados en aquellas fechas. El valle se vio desbordado por la masiva afluencia de aficionados que querían llenar cestas, sacos e incluso el maletero del coche con tan sabroso manjar. Fue entonces cuando las quejas de los vecinos impulsaron al Ayuntamiento a tomar una decisión que ya venía madurando desde tres años antes: poner coto y regular la recolección, que en el caso del pasado año más parecía una cosecha.
En colaboración con otras personas, el micólogo profesional Javier Gómez Urrutia redactó un «proyecto de ordenación y planificación del recurso micológico en la Ultzama». Este proyecto, «elaborado al detalle», según su autor, fue aprobado por el Ayuntamiento y obtuvo el visto bueno del Gobierno la pasada primavera. Desde entonces nadie ha hablado prácticamente de él, pero la proximidad del otoño y la eclosión de los primeros hongos ha reabierto la polémica sobre la experiencia puesta en marcha en este valle que apenas dista 20 kilómetros de la capital navarra.
Durante los pasados días han sido numerosas las personas que se han desplazado hasta los bosques de Ultzama para buscar hongos y setas antes de que tengan que pagar por hacerlo. La regulación hoy mismo, fecha elegida porque normalmente es ahora cuando comienza la eclosión micológica en esta zona de Nafarroa y porque, desde que el Gobierno aprobó el acotado de hongos y setas, el Ayuntamiento ha venido trabajando para tenerlo todo a punto antes de que comience el otoño.
En principio, los 14 pueblos que pertenecen al Valle de Ultzama habían dado su conformidad a la regulación de este recurso natural, pero el concejo de Ilarregi se ha descolgado a última hora. Salvo en este término municipal, en todo el resto del valle nadie estará autorizado a coger setas y hongos si no obtiene previamente el correspondiente permiso. Los vecinos del valle podrán optar a dos tipos de permisos, que abarcan toda la temporada. Uno de ellos se denomina «recreativo» y es para autoconsumo, ya que da derecho a recoger hasta diez kilos diarios de cualquier especie objeto de aprovechamiento, incluido el hongo beltza.
El precio de esta licencia es simbólico: 5 euros para todo el año. El otro permiso para los vecinos se denomina «comercial», ya que da opción a recoger setas y hongos sin límite de cantidad durante toda la temporada. En esta modalidad el precio es de 30 euros al año.
Para los foráneos se han establecido otros dos tipos de permisos, pero en este caso ambos son diarios. Uno de ellos se denomina «recreativo-boletus», permite recoger un máximo de diez kilos de hongo beltza al día y tiene un precio de 10 euros. Es decir, si la recolección ha ido bien, el kilo de «boletus» sale a un euro.
El otro permiso para foráneos se denomina «recreativo general», y da derecho a recoger hasta cinco kilos de otras especies, ya que en el Valle de Ultzama han sido catalogadas 74 especies de setas comestibles. Además, se podrá coger un máximo de cinco ejemplares de hongo beltza, al menos para no quedarse sin probarlos. El precio de esta licencia es de 5 euros al día, y además da derecho a acudir al Punto de Información Micológico (PIN) que se ha abierto en Kuartelenea (Lizaso), donde micólogos especialistas permanecerán todos los días de 12.00 a 14.00 para confirmar si las especies recogidas son o no comestibles y evitar de este modo posibles intoxicaciones.
«Este es el tipo de permiso que nosotros queremos fomentar -explica Javier Gómez-. Entendemos que la recolección de hongos y setas por parte de personas que empiezan a aprender y a interesarse por las distintas especies suele ser mucho más respetuosa que la recolección masiva de una sola especie. Además, de esta forma se amplía el tiempo de recogida y podemos evitar la masificación, ya que la eclosión del boletus se concentra en sólo un par de semanas. Es decir, si acuden mil personas al bosque en sólo quince días, es un problema, pero si lo hacen a lo largo de cuatro semanas, no lo es tanto».
En este punto, el redactor del proyecto quiere dejar bien claro que cuando habla de foráneos se refiere a las personas que no están empadronadas en el Valle de Ultzama. «Pueden ser de Navarra, de Gipuzkoa o de Suiza. Algunos guipuzcoanos piensan que esta regulación va contra ellos, pero no es así», afirma con sinceridad.
Además de las tasas señaladas, el proyecto de ordenación y planificación del Valle de Ultzama incluye diversas prohibiciones, como ir a recoger setas de noche, buscarlas con más de tres personas en paralelo o coger hongos beltzas que tengan menos de cuatro centímetros de longitud.
«Hay que tener en cuenta que la seta es un fruto que produce esporas, y si se cogen pequeñas, menos esporas va a haber para producir nuevos micelios. Está demostrado que el pisoteo excesivo hace que la fructificación de setas disminuya un 20-30%, y no hay más que ver las zonas de bosque próximas a las pistas para comprobar que quedan arrasadas», constata este micólogo profesional. Estas normas básicas se han establecido para todos los recolectores, tanto vecinos como foráneos, y su cumplimiento será vigilado por seis guardas-guías.
«Hay otras especies igual de buenas»
Gracias a los estudios sobre producción realizados en Ultzama a lo largo de diez años, se sabe que por cada hectárea suele salir una media de 4 kilos de hongos, mientras que el resto de especies comestibles producen cuatro veces más, es decir, 16 kilos por hectárea y año. Teniendo en cuenta que en Nafarroa existen unas 130.000 hectáreas de hayedos, la producción anual rondaría los 520.000 kilos, lo que traducido a euros arroja unas cifras considerables. A ello hay que añadir el valor que alcanzan en el mercado otras especies micológicas, como puede ser el caso del robellón, que se exporta en grandes cantidades a Catalunya.
«El 73% de la producción anual de hongo beltza se concentra en una sola semana, y por eso hay tanta fiebre por ir a buscarla. Yo no digo que no sea buena -matiza- pero hay otras especies que salen en Ultzama y son igual de buenas, aunque su valor gastronómico no suele ser tan apreciado».
Entre estas últimas apunta las siguientes: la «trompeta de los muertos», el rebozuelo o zizahori, la gamuza o lengua de vaca, ilarrakas o pardillas, urrizizas, gibelurdiñes y la amanita rubescens, llamada vulgarmente amanita enrojeciente. «Esta seta se reconoce bastante bien porque enrojece toda ella. Ahora mismo está saliendo muchísimo en Ultzama, pero no la coge nadie. Es una pena, porque se trata de una seta excelente. Eso sí, hay que cocinarla, porque si se come cruda puede resultar tóxica», advierte este experto micóloco.
También informa de que el periodo de fructificación de estas especies suele abarcar en Ultzama desde el 15 de setiembre hasta el 15 de noviembre, pero lamenta que «cuando no hay hongo beltza, ya no suele ir nadie a por setas». Por ello, el redactor de este proyecto en Ultzama insiste en que uno de sus objetivos es que los aficionados descubran estas otras especies comestibles, por considerar que su recolección puede ser más compatible que la del hongo beltza debido a la masificación en torno al codiciado «boletus».
«La masificación, el abuso y el desmadre que está habiendo en los últimos años es lo que nos ha llevado a regular la recogida de este recurso natural. El año pasado en un kilómetro de pista había cien vehículos mañana y tarde, durante diez o quince días, y eso no lo aguantan ni las pistas. Pero nuestra idea no es prohibir, sino que sea sobre todo un proyecto cultural y divulgativo. Es decir, esta regulación no está pensada para que la gente no venga a Ultzama a coger setas -aclara-, sino para que lo hagan de forma controlada y sostenible».
De hecho, uno de los aspectos que el Ayuntamiento de Ultzama quiere trabajar son las visitas de escolares al campo para que conozcan las diversas especies de setas, «lo que no quita para que también se las coman». También se ha creado un permiso científico-didáctico que dará derecho a coger un máximo de cinco ejemplares de cualquier especie por persona y día. Este permiso está pensado para quienes acudan al campo para fotografiar y distinguir especies.
Novedoso en Euskal Herria
El proyecto que a partir de este sábado se pone en marcha en el Valle de Ultzama es novedoso en Nafarroa y en el conjunto de Euskal Herria. Sin embargo, no lo es en otras regiones donde también existe una gran producción de hongo beltza. Es el caso de Soria, donde existen más de 100.000 hectáreas de monte en las que hay que pagar para poder coger setas, mientras que en el caso de Ultzama las hectáreas acotadas no llegan a 6.000. Tal como obliga la ley, se han colocado señales informativas en todo el perímetro de la zona acotada, así como en las entradas de las pistas y caminos.
La experiencia de estos cuatro años en Soria ha puesto de relieve que el aprovechamiento de los recursos micológicos están mejor regulados, pero no que aporten beneficio económico a los ayuntamientos. «Allí están intentando que sea autofinanciable, es decir, que con los ingresos que consigan de los permisos o de otros recursos puedan cubrir los gastos de gestión. Sabemos que no es fácil conseguirlo, ya que una regulación de este tipo conlleva la contratación de personal para informar y controlar, pero vamos a intentar que, con el tiempo, sea autofinanciable. Desde luego, con esto no se saca dinero», asegura Javier Gómez.
En otros países europeos también existen regulaciones similares desde hace varios años. En algunas zonas de Italia, incluso, las autoridades exigen superar un examen para poder coger setas, porque al Estado le sale más rentable eso que pagar los gastos hospitalarios derivados de la atención a los intoxicados por su ingesta.
El pasado otoño se produjo un brote impresionante de «ontto beltza» en los bosques de Euskal Herria. Las altas temperaturas de finales del verano y principios del otoño, unido a la elevada humedad de la tierra a causa de las tormentas, propició una temporada abundante en hongos y setas. Por el contrario, este año las condiciones climatológicas están siendo muy adversas. Este final de verano está siendo bastante frío, las lluvias han sido más bien escasas en los últimos días y encima el fuerte viento del norte ha resecado todavía más la tierra. Aún queda todo el otoño por delante, pero, de momento, los entendidos auguran que este año no podrán llenar los arcones. Y menos con los hongos de Ultzama.
El «ontto beltza» es el más apreciado por muchos aficionados.
Una de las preguntas que surgen a la hora de aplicar la normativa establecida en Ultzama es cómo sabe el recolector el número de kilos de hongos que lleva encima. «Más o menos ya lo saben, ya -asegura Javier Gómez-. En una cesta mediana entran unos cinco kilos. Tampoco vamos a decir nada a quien lleve 10 kilos y 100 gramos. Lo que queremos evitar es que la gente llene el capó, como ocurrió el pasado año».
¿Y si alguien lleva 12 kilos de hongos? ¿Qué se hace con esos dos kilos sobrantes? ¿Se los queda el guarda, se le multa al recolector? «Todo esto lo estamos desarrollando, porque no es sencillo -admite el redactor del proyecto-. La idea es que este primer año tenga sobre todo carácter informativo, porque entendemos que es un cambio sustancial y que la gente necesita tiempo para concienciarse de que para coger setas en Ultzama tiene que tener un permiso. Igual hay gente que está cogiendo setas y ni sabe que está regulado, o gente que lo sabe pero busca darle la vuelta al asunto. Cuando haya infracciones flagrantes, ahí sí que vamos a actuar. Esta regulación no se hace por capricho, sino porque queremos evitar la masificación y los abusos y promocionar un aprovechamiento sostenible y una recolección controlada».
Podrán optar a dos tipos de permisos. Uno recreativo o de autoconsumo, que da derecho a coger hasta diez kilos diarios de cualquier especie y cuesta 5 euros para todo el año, y otro comercial, que da opción a coger sin límite por 30 euros al año.
A partir de este sábado, día 15, se ponen en marcha las medidas contempladas en el proyecto de ordenación y planificación de los recursos micológicos del Valle de Ultzama. Es la primera zona de Euskal Herria que ha elaborado una normativa.
También tendrán dos tipos de permisos. Uno llamado «recreativo-boletus», que permite coger hasta 10 kilos de hongo beltza, por 10 euros diarios, y otro «recreativo general», para coger 5 kilos de otras especies y 5 hongos beltzas por 5 euros al día.
El gran debate que se suscita a la hora de abordar el aprovechamiento micológico es si las setas y hongos tienen o no dueño. Uno de los comentarios más habituales que se escuchan entre los aficionados que viven en la ciudad es que «el monte es de todos y las setas son de quien las coge». Sin embargo, legalmente las setas y hongos sí tienen dueños. La ley forestal estatal 43/2003 señala de forma clara que los propietarios de estos frutos espontáneos son los titulares del terreno en el que brotan, y la Ley Foral 3/2007 así lo ratifica. Además, el Reglamento de Montes de Nafarroa da potestad a los ayuntamientos para poder regular este recurso y tener preferencia en su aprovechamiento.
Así pues, en este sentido las setas y hongos se pueden equiparar a los árboles. En el caso de los bosques, casi todo el mundo tiene asumido que los ayuntamientos o juntas de valle son los propietarios de la madera obtenida, y que nadie puede ir a realizar talas sin autorización. De forma similar, también está asumido que hay que obtener permisos o licencias de caza y pesca, a pesar de que las palomas y las truchas «son de todos». Hay incluso quien lo compara con la zona azul, donde hay que pagar para poder aparcar el coche, a pesar de que también «la calle es de todos».
En cualquier caso, lo que se quiere evitar en Ultzama con esta regulación es la «fiebre» de llenar los arcones con setas. «Si alguien lo tiene que hacer, yo entiendo que correspondería hacerlo a los vecinos de la zona, que para eso viven allí y es suyo el recurso. Eso sí, hay que hacerlo de manera regulada. Nuestra idea es que mejore la situación del bosque, que los recolectores puedan disfrutar más y que nos podamos respetar entre todos», resume Javier Gómez.
Tanto los vecinos como los foráneos deberán cumplir unas normas mínimas: no coger setas de noche, no buscar con más de tres personas en paralelo y no coger hongos beltzas que tengan menos de cuatro centímetros de longitud.
El pasado domingo, día 9, algunas personas que se dirigieron a Aritzu a buscar setas y hongos se encontraron con una gran barricada de troncos y contenedores en la pista que sale desde el pueblo hacia el monte, barricada que fue colocada por los vecinos para impedir el paso de vehículos y que afectó también a montañeros. Puede decirse que ésta ha sido una de las primeras consecuencias de la regulación micológica en el vecino Valle de Ultzama, ya que los aficionados tienden a buscar otras zonas en las que no hay que pagar, pero los vecinos no quieren sufrir las consecuencias de la masificación y sólo permiten el paso a los ganaderos y agricultores del pueblo. El proyecto de Ultzama se ha encontrado incluso con la reticencia de algunos vecinos del propio valle, ya que también ellos tienen que sacarse el permiso. La mayoría de los seteros de toda la vida, en especial la gente de más edad, no quiere saber nada de permisos, a pesar de que los precios para los empadronados allí son simbólicos. Otros vecinos, los menos, comentan que las setas deberían ser sólo para los del valle y que no debería permitirse que cojan los foráneos. Por último, entre los foráneos existe la incógnita de si asumirán o rechazarán esta regulación. El Ayuntamiento de Ultzama cuenta de momento con varios datos favorables. Uno es que el año pasado se realizaron encuestas a 27 recolectores, de los que prácticamente la mitad eran guipuzcoanos, y el 67% de ellos eran partidarios de hacer una regulación. La mitad de todos los encuestados estaban dispuestos a pagar dinero para poder coger hongos. Otro dato es que durante los últimos días se están recibiendo llamadas desde diversas zonas, incluso de Bizkaia, preguntando qué tienen que hacer para obtener el permiso para coger setas, lo que significa que tienen asumido el correspondiente pago. Es evidente que muchos ayuntamientos vascos y aficionados a la micología están pendientes de conocer cómo se desarrolla la fórmula establecida en Ultzama. «Seguro que no es perfecta, y por eso -añade el redactor del proyecto- queremos pedir a la gente un poco de paciencia. Esta experiencia nos puede servir un poco de prueba, y así sabremos qué ha funcionado bien y qué tenemos que mejorar».
hongo beltza produce cada año una hectárea de bosque, como media, mientras que del resto de especies comestibles se producen 16 kilos por hectárea. En Nafarroa existen unas 130.000 hectáreas de hayedos.