El presidente de Estados Unidos, George Bush, se ha decantado por una salida intermedia. No ha hecho un anuncio que permita atisbar un calendario para una retirada completa de las fuerzas militares de Irak, pero sí se ha descolgado definitivamente del discurso sobre el reforzamiento de la misión estadounidense en el país ocupado. A la vista de las interpretaciones de los medios de comunicación más influyentes de su país, el anuncio de Bush de que comenzará una retirada de tropas que devolverá a casa por Navidad a 5.700 marines norteametricanos no contenta ni a los defensores de una retirada en toda regla, posición sostenida principalmente por la oposición demócrata, ni a los más recalcitrantes partidarios de que se persevere en una estrategia que, según los principales asesores militares de EEUU sobre el terreno, ha tocado fondo.

En todo caso, el que Bush se haya quedado en ese espacio templado de la salida parcial es seguramente la mejor de las noticias posibles para su partido, que debe encarar en breve el proceso de designación del candidato que tratará de suceder a George Bush en la Casa Blanca. Es una evidencia que, con una opinión pública cada día más opuesta a una operación militar que hace tiempo que perdió el horizonte, el aspirante a relevar a Bush tendría una pesada carga en la campaña.

Esta salida de tropas, al menos la más inmediata en el tiempo, no es significativa por el número -a fin de año quedarán en Irak aproximadamente el mismo número de soldados que había en enero- pero sí porque viene a corroborar, siquiera indirectamente, que la Casa Blanca ha perdido la guerra contra Irak. El plan de derrocar a Sadam para establecer en su lugar un régimen más dócil para Washington ha fracasado. En todo caso, esa confesión es un pobre consuelo para un país que ha pagado y paga un fuerte tributo en forma de muerte y destrucción. No habló Bush, por descontado, de las víctimas de su ilegal invasión. Y sin embargo, las cifras son del todo significativas: los balances menos complacientes con las autoridades estadounidenses hablan de cerca de un millón de iraquíes muertos.