VUELTA Decimotercera etapa
La climatología anima otra jornada condenada al sopor
Andreas Klier, escapado, ganó una etapa en la que Caisse d'Epargne probó suerte con los abanicos
Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR
Quién lo iba a decir, tratándose de Murcia, pero la climatología, con agua, viento y hasta granizo, fue la encargada de animar la 13ª etapa de la Vuelta a España. Una jornada en la que, por fin, fructificó la fuga mientras por detrás, el pelotón tuvo que hacer frente a las montoneras primero y a los abanicos después. Una etapa, en definitiva, mucho más dura de lo que cabía pensar de antemano.
Porque lo que es el trazado no prometía demasiado. 176 kilómetros entre Hellín y Torre Pacheco, con la única dificultad de Espuña, de 3ª y a mitad de recorrido. Otra jornada idónea para la siesta. Y ya van unas cuantas, aunque desde la organización de la Vuelta sigan defendiendo un recorrido que dificilmente va a ganarse a la audiencia. «Aquí no gustan las etapas llanas -justificaba ayer Víctor Cordero-, pero queremos tener una buena participación internacional y para eso hay que dar chance a todos». Todos, que cada vez son menos, porque ayer hicieron la maleta Davide Rebellin, Xavier Florencio y Tom Boonen, más pendientes a estas alturas de Stuttgart que de Madrid.
No es el caso de Andreas Klier (T-Mobile), Tom Stamsnijder (Gerolsteiner) y Jeremy Roy (La Française), que ayer buscaron su día de gloria y, en el caso del alemán, lo tuvieron. Saltaron del pelotón en el kilómetro veinte, alcanzaron una ventaja máxima superior a los diez minutos y, en este caso, los equipos con sprinters no pudieron hacer nada por neutralizarla.
De todo un poco
Buena parte de la responsabilidad la tuvo el tiempo, infernal a la altura del ascenso a Espuña. La lluvia convirtió la carretera en río y el granizo puso la guinda poco después.
El frenazo definitivo a las pocas intenciones de caza que pudieran quedar en el pelotón lo puso una montonera a cincuenta kilómetros de meta, en la que se vieron implicados, entre otros, Devolder, Zabel, Santos González, De la Fuente o Cunego, entre otros.
El festival metereológico concluyó con el viento, ya en los últimos kilómetros. Circunstancia que intentó aprovechar Caisse d'Epargne para reventar la carrera. Los hombres de Eusebio Unzue estuvieron atentos para colocarse en cabeza y acelerar el ritmo, pero también lo estuvo el resto, con lo que Carlos Sastre, Paolo Bettini y Haimar Zubeldia fueron prácticamente los únicos corredores ilustres que no pudieron meterse en el grupo cabecero de primeras, aunque acabaron por contactar. Y es que el Caisse acabó por arrojar la toalla cuando vio que Menchov viajaba arriba y acompañado. La Vuelta, al menos, ofreció espectáculo más allá de los sprints.
Ajeno a los abanicos, el trío de fugados empezó a buscarse las cosquillas en los últimos cinco kilómetros. Klier dio una patada al árbol y cayó Roy, convirtiendo la victoria de etapa en un cara o cruz, en el que la veteranía acabó decantando el minisprint del lado del alemán.
Stamsnijder arrancó bajo la pancarta del último kilómetro, pero el de T-Mobile ni se inmutó, aguantó a rueda y acabó levantando los brazos. «Temía más a Roy que a Stamsnidjer», confesó después el ganador, satisfecho pese a que el triunfo no le hace olvidar la «frustrante» temporada que ha pasado tras sufrir una grave caída. Al menos sí le sirve «de motivación de cara a la próxima temporada y muy especialmente pensando en las clásicas de primavera», explicó Klier.
Aventura o sprint
Si el tiempo o algún valiente no lo evita, hoy habrá que volver a coger postura en el sillón, porque la 14ª etapa llega con más de lo mismo: 207 kilómetros entre Puerto Lumbreras y Villa Carrillo, aunque en este caso, los cuatro puertos de 3ª -el último a 15 kilómetros de meta- pueden deparar alguna emoción.