ElBaradei (AIEA) recuerda la lección de Irak e insta a no atacar a Irán
Las amenazas vertidas por el Gobierno francés contra Irán han levantado una gran polvareda. El director general de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, Mohamed ElBaradei, instó a no repetir dramáticos errores como el de Irak. El reposicionamiento galo puede abrir además una nueva brecha en la maltrecha UE, en la que afloraron ayer posiciones divergentes sobre la solución al conflicto con Teherán.
GARA |
El director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Mohamed ElBaradei, salió ayer al paso de las amenazas francesas contra Irán.
Tras insistir en que el uso de la fuerza debe ser en todo caso el último recurso y que únicamente el Consejo de Seguridad de la ONU puede autorizarlo, ElBaradei instó al mundo a recordar lo sucedido en Irak antes de lanzarse a una acción similar en Irán. «Existen normas sobre cómo se debe usar la fuerza, y tengo la esperanza de que todo el mundo haya aprendido la lección de la situación en Irak, donde decenas de miles de civiles inocentes han perdido sus vidas por la sospecha de que su país tenía armas nucleares», declaró, criticando duramente las declaraciones del ministro de Exteriores francés, Bernard Kouchner, quien aludió la víspera a la posibilidad de una agresión militar contra Irán si mantiene su programa nuclear.
«He dicho claramente que no veo en este momento peligro claro en el programa nuclear iraní», señaló el experto egipcio.
Cuestionado por EEUU y por sus principales aliados europeos por su «tibieza» respecto a Irán, ElBaradei reconoció como «denunciable» que Teherán haya rechazado las dos últimas resoluciones del Consejo de Seguridad, que incluyen sanciones por su negativa a congelar el enriquecimiento de uranio.
Fisuras en la UE
De lo que no cabe duda es de que el Gobierno de Nicolas Sarkozy ha puesto en un brete a la UE. Y es que los hoy Veintisiete recuerdan vivamente la fractura que se dio en el seno de la Unión en 2003 ante la invasión estadounidense de Irak sin contar con el aval de la ONU.
Desde finales de 2006 y el rechazo de Irán a una oferta de cooperación condicionada a la congelación del enriquecimiento de uranio, la UE mantiene oficialmente una política de «doble aproximación» al dossier iraní y que consiste, de un lado, en apoyar el proceso de sanciones progresivas contra Teherán aprobadas en diciembre por el Consejo de Seguridad de la ONU sin cerrar la puerta, de otro lado, al diálogo con Irán.
Pero el discurso que el nuevo inquilino del Elíseo, Nicolas Sarkozy, dio a finales de agosto a sus embajadores, muy duro contra Teherán, supuso un punto de inflexión en la posición francesa que Kouchner no ha hecho sino confirmar. Y este giro afecta a la UE. «Hasta entonces la prioridad había sido siempre mantener el dossier en la ONU, pero desde entonces ya no es tabú evocar posibles sanciones fuera de la ONU», destaca un funcionario comunitario.
Y es que Kouchner confirmó que París presionará para que los Veintisiete adopten sanciones económicas contra Teherán al margen de la ONU, dejando entrever que China y Rusia se opondrían en el Consejo de Seguridad a un tercer paquete de castigos contra Irán.
Si Gran Bretaña -todavía y con el permiso de Sarkozy, principal aliado de EEUU desde el seno de la UE- defiende desde el comienzo de la crisis esta posición, no es el caso de muchos países miembros.
Alemania, que junto al Estado francés forma el núcleo de la Unión, salió al paso de las declaraciones del jefe de la diplomacia gala. «Sería falso hablar de amenazas de guerra: al contrario, nosotros interpretamos esto (las declaraciones de Kouchner) como la prueba de que los franceses se toman la cuestión en serio y que se esfuerzan activamente junto a nosotros para hacer imposible semejante hipótesis», señaló diplomático Martin Jäger, portavoz del Ministerio de Exteriores alemán.
Tras comparecer junto a ElBaradei antes del inicio de la conferencia general de la AIEA, la ministra austríaca de Exteriores, Ursula Plassnik, criticó duramente la apelación a una posible guerra realizada la víspera por su homólogo francés, Bernard Kouchner. «El colega Kouchner es el único que puede explicar lo que quiso decir. Me resulta incomprensible que haya recurrido a una retórica militar en este momento», señaló, para añadir que «mi opinión es que hay que seguir trabajando por una solución negociada».
Por contra, el jefe de la diplomacia holandesa, Maxime Verhagen, mostró la disposición de su Gobierno para aplicar sanciones contra Irán en el marco de la UE al margen del Consejo de Seguridad de la ONU.
Frente a esta posición, fuentes diplomáticas de la UE aseguran que Italia y el Estado español serían reticentes a «abandonar el cuadro de la ONU» y a adoptar la solución «atlantista» propuesta por París. La misma Alemania, que -como recordó el propio Kouchner- ha coqueteado con la posibilidad de imponer a Irán sanciones bilaterales, «no está decidida en este sentido», insisten estas fuentes, que recuerdan que la canciller, Angela Merkel, tiene que bregar en un gobierno de coalición con los socialdemócratas.
Señales de un cambio
Pese a que este debate no está cerrado, el inusualmente duro discurso del embajador de la UE ante la AIEA el pasado 11 de setiembre integró la nueva posición francesa. El representante comunitario fue inhabitualmente severo con Teherán y menos conciliador con el trabajo de las inspecciones de la AIEA. El propio ElBaradei abandonó la reunión consciente de que los europeos «toman distancias».
Habrá que esperar al desarrollo de la conferencia general de la AIEA y a los trabajos de preparación de la reunión a seis (paradójicamente las mayores potencias nucleares del mundo) convocada por Washington el viernes para conocer la definitiva posición de la UE.
Irán toma nota
El vicepresidente iraní, Reza Aghazadeh advirtió ayer en Viena que los países occidentales «han elegido la vía de la confrontación frente a las relaciones cordiales e iguales» con Irán.
«En la práctica, (Occidente) no tolera que estados independientes y en vías de desarrollo busquen actualmente dotarse de las modernas tecnologías», aseguró el también responsable iraní de energía atómica, para añadir que «la gran nación de Irán ha tomado nota de vuestro comportamiento discriminatorio y no lo olvidará nunca».
El portavoz de la diplomacia iraní, Mohamed Ali Hosseini, aseguró que «el hecho de que las declaraciones de responsables franceses concuerden con la posición de la potencia dominante (EEUU) afecta a la credibilidad de Francia ante las opiniones públicas mundiales, en particular las de Oriente Medio». Hosseini mantuvo la esperanza de que las amenazas de Kouchner «no se corresponde con las posiciones reales y estratégicas de Francia».
El primer ministro francés, François Fillon, se encargó de frustrar estas esperanzas. En declaraciones desde Angulema, Fillon aseguró que Kouchner «tiene razón», porque «todo el mundo ve claramente que la situación en Oriente Medio es extremadamente tensa y que se va a agravar».
Incapaz de ocultar su satisfacción, la Administración Bush puede ahora ejercer de policía bueno. El ministro estadounidense de Energía, Samuel Bodman, insistió ayer en que el Gobierno de Washington «continúa determinado a recurrir a la diplomacia para resolver el dossier iraní».
Al apostar por aumentar la presión sobre Irán, el Gobierno francés confirma, junto con sus evoluciones sobre Irak, la OTAN y Turquía, un acercamiento a Washington en muchos dossieres internacionales.
«Hay un inflexión en el fondo y en la forma que sitúa a Francia más cerca de la política americana», estima Bruno Tertrais, de la Fundación para la Investigación Estratégica. «No hay un alineamiento, sino convergencias, particularmente visibles sobre el dossier iraní y el conjunto de la crisis de Oriente Medio», añade este experto de la FIE.
No sólo la referencia a una posible «guerra» sino el llamamiento del ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner -a quien esperan en EEUU el fin de semana- a las empresas francesas a no invertir en Irán responde a un viejo deseo de Washington, que ya saludó entusiásticamente la reciente visita del diplomático galo a Bagdad.
Recientemente, el Gobierno francés ha enviado aviones de guerra a Kandahar (Afganistán) en una clara señal de su compromiso con los planes belicistas de la Administración Bush.
La decisión del presidente, Nicolas Sarkozy, de dar un giro en su histórica oposición a un ingreso de Turquía a la UE ha satisfecho igualmente a EEUU.
En la oposición, el PS ha dado la voz de alarma sobre la orientación francamente atlantista «e inspirada en los neoconservadores americanos» que ha imprimido a las relaciones exteriores francesas el nuevo inquilino del Elíseo.
El Gobierno de EEUU se felicitó de que «Francia tiene los mismos objetivos que nosotros: que ese régimen no pueda dotarse de un arma nuclear». Las declaraciones de Kouchner «revelan la seriedad de la posición francesa».
Un comandante de los Guardianes de la Revolución aseguró que «EEUU alardea de que tiene identificados 2.000 objetivos en Irán, cuando los americanos que están alrededor de Irán están a tiro de nuestros misiles».
Israel saludó el anuncio francés «porque sólo valen contra Irán las posiciones firmes» e insistió en que esta cuestión fue evocada en la reciente visita de Kouchner a Tel Aviv.
El Gobierno iraní reconsiderará un muy importante proyecto gasístico con la multinacional petrolera francesa Total en torno a la construcción de una fábrica de licuefacción de gas en South Pars, en el Golfo, anunció el ministro iraní de Petróleo al diario «The Financial Times'.
El proyecto, presupuestados en varios cientos de miles de millones de dólares, será reconsiderado por Teherán, que considera ahora que los precios que Total quiere aplicar para la venta de GNL (gas natural licuado) son excesivos, señaló el ministro Gholam Hossein Nozari.
El Gobierno iraní tampoco está de acuerdo con una de las cláusulas previstas en el proyecto, según la cuál Total se quedaría con cinco millones de toneladas de GNL. «Deberían ser volcadas al mercado, y no pasar a manos de la petrolera francesa», aseguró el ministro.
Un portavoz de Total se negó a comentar las declaraciones de Nozari. «A día de hoy, no hemos tomado una decisión final para esta inversión, ya que estamos evaluando el proyecto y sus costes finales», señaló.
Y es que, junto a las amenazas, el ministro francés de Exteriores instó a las empresas francesas a no invertir en Irán. El portavoz de Total señaló que «para tomar una decisión, habrá que tener en cuenta la situación internacional».
Irán anunció en febrero de 2006 su intención de firmar contratos con la Shell (anglo-holandesa), con Total y con la española Repsol para llevar a cabo proyectos en Pars.
Los intercambios con Irán representan solamente el 9,5% del comercio exterior del Estado francés, aunque son estratégicos por razón del petróleo. También destacan en el sector automovilístico.