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Maite SOROA

Cosas más increíbles se han visto

Nacimos para ver cosas increíbles, dice una amiga. Y no le falta razón si a lo que en la prensa se publica hay que atenerse. Ayer mismo en «El Correo Español» dos antiguos dirigentes de la izquierda abertzale -Patxi Zabaleta e Iñaki Aldekoa- publicaban un extravagante artículo con ínfulas intelectuales y de una sinceridad pasmosa sobre su verdadero proyecto político.

La cosa iba de sincronías y diacronías y empezaba con una declaración de principios y lealtades hasta ahora inconfesadas: «el proceso de negociación, como propuesta o idea de superación del conflicto, ha quedado obsoleto y hay que archivarlo. Ya no puede haber, ni habrá, más procesos porque se han roto irreversiblemente las tres bases objetivas en que se sustentaba la proposición de diálogo, denominada proceso. Se ha roto la credibilidad de ETA y ya no tiene sentido alguno reivindicar tregua. Se ha desvirtuado la capacidad de negociación por la dilapidación de la discreción y de la responsabilidad que le son inherentes. Se ha conculcado y se pretende seguir conculcando el principio esencial de separación radical entre pacificación y normalización política». Seguro que Alfredo Rubalcaba lo firma. Luego dicen que las cuestiones a resolver son: «presos, víctimas y desarme». Lo demás son reivindicaciones de parte, como la territorialidad, que «de forma indebida e interesada han sido mezcladas con el proceso». Por la parte abertzale, claro.

Hablan de sincronía y diacronía y llegan a conclusiones como ésta: «La modernización democrática del nacionalismo hacia la invocación de la autodeterminación supuso, en teoría, una superación de los límites provincialistas del fuerismo. Pero esa superación del provincialismo fuerista, que es meramente teórica, ha originado un reduccionismo simplificador, que no es realista: reivindicar la territorialidad de Euskal Herria en base a la autodeterminación. Es decir, ir a la unidad de sujeto y de acto a través de la unidad teórica del derecho: territorialidad sincrónica. Como si no hubiese historia, ni diversidades, ni condiciones, que determinan la funcionalidad de las propuestas políticas. Como si se pudiese partir de cero en el siglo XXI en un país desarrollado de Europa». No sé quien ha planteado eso tan malo que dicen.

Se enmarañan luego con las consultas y el derecho del pueblo vasco (pueblos vascos, por ser fiel al espíritu del artículo) a decidir y terminan con esta traca final: «La conclusión de este análisis es más que una moraleja: La territorialidad y/o la territorialidad-autodeterminación, como reivindicación política no justifican ni son razón ni deben ser excusa para la utilización de la violencia con fines políticos. Tampoco para la invocación de la necesidad de un proceso que ya se ha demostrado inviable. Es hora de acatar lo que el pueblo vasco tiene decidido por mayoría y además es lo que le conviene: un cese unilateral de la lucha armada que dé cauce a la normalización política protagonizada por las fuerzas políticas y que abra el camino para la solución de las consecuencias de la confrontación armada y para el desarme». Aldekoa y Zabaleta. Vivir para ver.

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