Realidades �sin�
Dicen que todo está atado y bien atado y que el rollo es que están de acuerdo en que mande Urkullu que, si uno le escucha, se da cuenta de que habla como Juan Carlos de Borbón. En la forma, en la dicción y, a veces, también en el contenido
Se ha puesto de moda todo lo «sin»: pasteles y chicles sin azúcar, café sin cafeína, y hasta cerveza, e incluso vino, sin alcohol. Y la realidad se contagia, porque bastantes situaciones que hace apenas unos meses eran «con», hoy son «sin».
Antes el mundo era con Pavarotti y ahora ya se ha ido, y nos quedamos sin él como nos quedamos sin abuela, aunque a cambio se ha destapado la pestilente caja de los rumores sobre su última voluntad, las posibles desavenencias con su segunda mujer o las hijas de la primera y las habituales vergüenzas que suelen aflorar tras la muerte de los personajes del papel cuché.
Hace unos meses la realidad era con Madeleine; después paso a ser sin ella porque decían sus padres, Beckham, Rubalcaba y hasta el Papa, que le habían secuestrado. Ahora, lamentablemente, sigue siendo sin ella, pero con sospechas de que lo del rapto era una patraña inventada por los propios padres, antes de encantadora y ange- lical imagen y ahora clientes del abogado de Pinochet y de otro experto en desbaratar pruebas de perros adiestrados para percibir el tufo a muerto. Huele bastante mal todo el asunto.
Hace apenas diez días el PNV era con Josu Jon y resulta que ahora es sin Imaz, que era el líder vasco más querido por todos los cabecillas del españolismo en sus diferentes versiones: la nacional sindicalista, la rosa o la rojilla. Tampoco es muy definido el olor de este asunto, pues el presidente del EBB, nada más decir que deja la vida política por la química, se va a Catalunya y se suelta un mitin sobre la necesidad de pactar no entre vascos, sino con lo mejor de España.
Mientras las plañideras lloran la pérdida del más grande político que este país ha conocido, Sudupe dice que si se abre Imaz, Egibar tiene que hacer lo mismo, algo que parecía inexplicable en el campo de la confrontación política, pero que no parece serlo entre los jeltzales; pues va Egibar y tampoco se postula. Dicen que todo está atado y bien atado y que el rollo es que están de acuerdo en que mande Urkullu que, si uno le escucha, se da cuenta de que habla como Juan Carlos de Borbón. En la forma, en la dicción y, a veces, también en el contenido del discurso. No sé si esto significará que la nueva lí- nea, que dicen va a ser la del consenso, será tangente o paralela a la de la Zarzuela, pero la verdad es que la operación no está siendo muy transparen- te y todo hay que leerlo entre líneas.
Hay una situación que lleva siendo «sin» casi diez años. Me refiero al proceso por el cierre de «Egin» y todos los acumulados (Xaki, Ekin, Zumalabe Fundazioa...). En abril finalizó la vista oral que se había iniciado en noviembre de 2006 y seguimos sin conocer su resolu- ción. Según se dice por los aledaños de la Casa de Campo, todavía falta rato para que pasemos de sin a con sentencia. Buena ocasión la de mañana en Altsasu para reivindicar la absolución de todos los acusados en un proceso que nunca debió incoarse.