Amor
Yo no veo GH», repiten en mi entorno. Miro el chivato de Sofres y encuentro una disfunción contable. Si nadie lo ve, ¿por qué obtiene esos resultados tan espectaculares que le acercan a números absolutos de los mejores tiempos del invento? Estuve sufriendo la retransmisión de la inauguración del Zinemaldia. Me pareció un tostón. El glamour es otra cosa. Los guionistas, quien propuso la puesta en escena y el realizador buscaban concisión, ligereza, ritmo. Lo lograron, pero para que sirviera como fuente para los noticiarios, no para dar una idea global de lo que quieren que sea el acontecimiento. Y a cargo de La 2, de nuevo un cajón de sastre. Es el problema del cine, la televisión, el público, los públicos. No hay continuidad. Cada asunto va por su carril y hay veces que no van en paralelo sino que se cruzan. A otra cosa.
Una transexual en la casa de GH es un motivo para que los focos y las cámaras se fijen de manera constante en esa personalidad en evolución. Desde la plataforma en la que accedo a unas decenas de canales, dos me ofrecen veinticuatro horas del programa de Tele 5. Es una opción para perder el tiempo. Los jueves es Mercedes Milá la que intenta animar el cotarro, la que sigue al pie del pinganillo lo que le cuentan desde la dirección. Hubo un momento en el que escuchamos hasta dos veces la frase calcada, la que le decían que dijese. Y la dijo. O sea, parece que está muy amarrada, que tiene poco espacio para la improvisación, para que ella actúe autónomamente. ¿Será extensible a la mayoría de participantes en el programa? Podría ser.
Amor se llama la transexual canaria que tiene el honor de ser la primera expulsada de la edición de 2007, y cargada con toda la rumorología, toda la constatación de su sexo administrativo de origen que en palabras de la Milá (¿de ella?) tiene entre piernas «un mondongo», puede ser alguien que a falta de otros alicientes alimente el resto de programas de Tele 5 que esperan ansiosos material humano en venta para mantener su estadística. Salió Amor y entró una socióloga que se viste de manera neo-gótica, es decir que los responsables buscan una casa humanamente barroca. Yo no la veo. O sí.