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Japón pasa la página Abe y vuelve sobre sus fueros al elegir sucesor a Fukuda

El conservador «moderado» Yasuo Fukuda fue ayer oficialmente designado para suceder al primer ministro dimisionario, Shinzo Abe, y sacar a la derecha japonesa de la grave crisis que amenaza con desalojarla del poder. El PLD, que reina en Japón en el último medio siglo, le eligió como presidente. Este jerarca discreto y experimentado obtuvo más del 60% de los votos del congreso del partido frente a su adversario y halcón Taro Aso, ministro de Exteriores.

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Jasuo Fukuda será nombrado mañana nuevo primer ministro por la Dieta (Cámara Baja), en la que el PLD ostenta una mayoría de diputados aplastante.

Como nuevo presidente del partido, Fukuda prometió «trabajar por devolver al PLD la confianza de los japoneses».

El virtual nuevo jefe de gobierno japonés lanzó un guiño a la oposición del PJD (centro-izquierda), que ostenta la mayoría en el Senado tras las elecciones de julio y que exige el final de la misión japonesa de avituallamiento de la ocupación en Afganistán. «Japón atraviesa actualmente un período muy difícil, no solamente por la cuestión antiterrorista -en referencia a Afganistán- sino en lo que concierne a los problemas de las pensiones y la seguridad social (...) En tales circunstancias, es esencial hablar con la oposición», aseguró Fukuda.

Para el PLD es cuestión de vida o muerte salir de la crisis provocada por su derrota en las elecciones al Senado y por la dimisión de Shinzo Abe el pasado 12 de setiembre. Tras su tan corto como desastroso mandato -salpicado de escándalos de corrupción e incluso del suicidio de alguno de sus ministro implicados-, la moribunda derecha nipona vuelve por sus fueros y ha elegido el liderazgo de un político conciliador «experto en apaciguar los ánimos».

Fukuda ostenta el récord de permanencia en el muy expuesto cargo de portavoz del Gobierno (1.289 días) entre 2000 y 2004. Eminencia gris del ex primer ministro Junichiro Koizumi (2001/2006), el nuevo hombre fuerte de Japón ha estado hasta ahora en la sombra y se convertirá mañana, a sus 71 años, en el primer ministro de más edad desde 1991. Paradójicamente, sustituirá al primer ministro más joven desde la posguerra.

Margen de maniobra escaso

Los analistas auguran que Fukuda se distanciará ideológicamente del programa derechista de su predecesor. «El PLD no podrá recobrar su vigor si no pasa la página Abe. El partido debe reinventarse y hacer ver a sus electores que les ha escuchado», asegura Jeffrey Kingston, especialista de la política nipona.

Pero Fukuda no tiene mucho margen de maniobra y no sólo por la presión de la oposición, vencedora en los últimos comicios. Insiste en prorrogar la misión en Afganistán y la prensa conservadora ya le ha marcado los límites a realizar en el marco de las crecientes disparidades sociales y la pobreza reciente en el campo. Japón «no puede permitirse recurrir a una prodigalidad electoralista», advierte el diario «Yomiuri» en referencia a las reformas neoliberales que, con la excusa del envejecimiento de la población, han herido de muerte el sistema de salud y las pensiones. Un Japón, además, que convive con una déficit presupuestario inmenso.

Cuestión de dinastías

Lo que no cambia en Japón, y menos en el seno del PLD, es la estructura política hereditaria. Como su predecesor, Shinzo Abe, y su rival vencido, Taro Aso, Fukuda es heredero de una dinastía: Es hijo de Takeo Fukuda, primer ministro (1976/1978).

«Para lanzarse a la política, hace falta un equipo y dinero para hacer una base electoral. El hijo de un líder político japonés hereda automáticamente a sus electores», señala Mari Miura, especialista de la Universidad Sophia de Tokio.

oposición

El PJD, dirigido por el opositor Ichiro Ozawa, exigió al virtual nuevo primer ministro que disuelva la Dieta y convoque elecciones anticipadas. «Los japoneses exigen algo más que un simple cambio de dirección».

Shinzo ABE

El primer ministro saliente pidió desde el hospital perdón por haber dejado un «vacío político». Abe, aquejado de problemas gástricos asociados al estress, no acudió a la elección de su sucesor.

El virtual primer ministro promete cambios, pero hasta un límite

El nuevo primer ministro tiene una reputación de «paloma» y su programa debería de dar un giro en las posiciones «nacionalistas» de sus predecesores, Shinzo Abe y el propio Junichiro Koizumi.

Asia: Es favorable a relaciones amistosas con el resto de Asia, particularmente China y Corea del Sur. Se le considera pro-chino

Yasukuni: Se ha comprometido a no visitar jamás el santuario sintoista de Yasukuni en Tokio, centro espiritual del nacionalismo nipón y que alberga las tumbas de acusados de crímenes de guerra en la Segunda Guerra Mundial.

Pasado histórico: Defiende una visión menos patriótica de la historia contemporánea de Japón. No defiende la consideración de los halcones de que los historiadores han privilegiado una visión «masoquista» de la historia del imperio nipón.

Corea del Norte: Tratará de privilegiar la apertura de las actualmente totalmente bloqueadas relaciones con Pyongyang, sobre todo en relación a los japoneses capturados por Corea del Norte en las décadas de los setenta y ochenta. Abe fraguó su carrera política en la intransigencia con Pyongyang.

Constitución: Ha anunciado que quiere dar por terminado el debate sobre la revisión de la Constitución «pacifista» de 1949.

Economía: Ha prometido reducir la desigualdad social y las disparidades entre las ciudades y el campo.

EEUU: Hay algo que no cambia. Como todos sus predecesores, Fukuda mantendrá la alianza estratégica privilegiada con EEUU, vigente desde su derrota en la guerra. GARA

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