CRÓNICA Salud laboral
Denuncia contra India por permitir desmantelar un buque con amianto
a decisión de la Corte Suprema de la India de autorizar el desmantelamiento del buque «blue lady», que contiene amianto, en las playas de Alang ha levantado el fantasma del «clemenceau» porque pone en juego la vida de los trabajadores, «que ven burlados sus derechos». L
Juanjo BASTERRA
El fantasma del portaaviones francés «Clemenceau» reaparece en India con el paquebote «Blue Lady», que está contaminado con amianto, y que perteneció a navieras de los estados francés y noruego. De nuevo, la alarma social ha saltado porque los trabajadores más pobres de la India se verán en la obligación, si no se para el proceso, a desmantelar un enorme buque que afectará a su salud.
La prohibición contra el amianto en la Unión Europea, sin embargo, no ha reducido su comercialización y su uso en otros lugares del mundo. Las empresas desplazan sus intereses a otros países y traspasan el problema de salud a otras poblaciones con el fin de obtener una rentabilidad económica. CCOO ha hecho un llamamiento para solidarizarse y para frenar este grave problema.
La Plataforma de la Asociación sobre el Desmantelamiento de Naves, que es una coalición mundial conformada por varias organizaciones no gubernamentales y asociaciones en defensa de los derechos de los trabajadores y del medio ambiente, ha condenado severamente la decisión adoptada el pasado 11 de setiembre en la Corte Suprema de India de autorizar la demolición de ese buque contaminado por amianto. Desde junio de 2006, poco después de la campaña contra la demolición del «Clemenceau» en las playas de Alang, la plataforma aportó a la Corte Suprema de India «pruebas irrefutables de la presencia en la nave de materiales muy peligrosos en importantes cantidades que perjudicarán a los trabajadores que desguacen el barco».
Según transmitió CCOO a este diario, la plataforma «intervino constantemente para demostrar que el desmantelamiento de un barco contaminado de esa manera es contrario a la legislación de India y a los convenios internacionales». Sin embargo, ese buque atracó el pasado 17 de agosto de 2006 en las playas de Alang. En febrero, el Gobierno de Bangladesh no autorizó el desmantelamiento del «Blue Lady» en su territorio por «contener grandes cantidades de residuos tóxicos presentes a bordo». Por eso, la plataforma internacional considera que «el veredicto del pasado 11 de setiembre es una caricatura del sistema judicial hindú». Lo más grave, como señala, es que «condena oficialmente a los trabajadores del desmantelamiento a morir en accidentes de trabajo o de enfermedades profesionales, como la asbestosis», según declara Ingvild Jenssen, coordinadora de la plataforma.
Inspección ocular
La asociación contra el desmantelamiento de naves recuerda que, tras el veredicto del Consejo de Estado francés que repatrió al Clemenceau a Europa, los empresarios hindúes impulsaron la industria de desmantelamiento de los buques, que cuenta con enormes denuncias por la falta de seguridad para los trabajadores.
Esta organización recuerda que el buque «Blue Lady» está atracado de forma «ilegal» y «gracias a una vaga inspección visual», precisamente de quienes están acusados «de violar la legislación sobre desmantelamiento de naves». El informe de las plataformas internacionales reconoce que los inspectores no constataron la presencia de 5.500 puntos de detección de incendios que «continente sustancias radioactivas», ni más de 1.000 toneladas de materiales con amianto».
Un estudio de 2006 demostró que el 16% de los trabajadores de Alang «presenta signos de asbestosis« y, por lo tanto, «se sugirió la vigilancia posterior de probables casos de cáncer entre los trabajadores expuestos».
La plataforma llama la atención, por otro lado, porque en el proceso seguido en el procedimiento del «Blue Lady», la Corte Suprema «no ha prestado atención tampoco a las preocupaciones que 30.000 campesinos, que habitan los alrededores de Alang, han trasmitido al constatar, a principios de este año, un incremento del polvo de amianto en sus viviendas, lo mismo que la contaminación del mar por gasóleo, que amenaza su supervivencia».