independentismo en el corazón de europa
La falta de Gobierno en Bélgica avala la demanda de un estado en Flandes
La demanda de independencia no es algo nuevo en Flandes, pero las dificultades para formar el Gobierno federal belga -ya han pasado 116 días de las elecciones- está reforzando a quienes quieren un estado propio.
Martxelo DÍAZ | IRUÑEA
La imposibilidad de formar un Gobierno federal en Bélgica -las elecciones fueron el 10 de junio, por lo que ya han pasado 116 días sin Ejecutivo- está reforzando las posiciones de los independentistas flamencos, que destacan que ha llegado el momento de separarse de los valones francófonos, puesto que el Estado belga ha dejado ya de tener razón de ser.
Si en agosto, según una encuesta publicada por el diario flamenco «Het Nieuwsblad» y el grupo de prensa valón «Vers l'Avenir», únicamente un 38,8% de los flamencos defendían la idea de un Flandes independiente, mientras que el 53,6% se oponía a esta demanda.
El 18 de setiembre, en cambio, cuando se cumplían 100 días sin Gobierno, el apoyo a la independencia «inmediata» entre los flamencos superaba el 50%, según otra encuesta publicada por el diario flamenco «Het Laatste Nieuws».
Según esta misma encuesta, dos de cada tres flamencos estaba «convencido de que, tarde o temprano Bélgica terminaría dividiéndose».
La imposibilidad de formar un Gobierno federal en Bélgica está, según los analistas, detrás del incremento del deseo independentista en Flandes. Los democristianos flamencos, CD&A, que acudieron en coalición con los independentistas de N-VA (Nieuw Vlaams Alliantie) fueron los grandes vencedores de los comicios de junio, mientras que la coalición que gobernaba en Bélgica hasta entonces, formada por liberales flamencos y socialdemócratas valones, que, fueron derrotados en los comicios.
Amplia demanda flamenca
En este escenario, el líder de la candidatura de CD&A/N-VA, Yves Leterme, quien obtuvo hasta 800.000 votos personales en Flandes, se convertía en el candidato a presidir el Gobierno federal. Tras la coalición CD&A/N-VA, que logró más del 30% de los votos, la segunda fuerza política, Vlaams Belang, con un 20%, también defiende una mayor autonomía -e incluso la independencia- para Flandes, pero sus planteamientos ultraderechistas y xenófobos impiden cualquier coalición de gobierno con esta formación debido al denominado «cordón sanitario» para aislar a la extrema derecha.
Leterme dejó claro desde un primer momento que su objetivo era, tal y como habían proclamado en la campaña electoral, la reforma del Estado belga para reforzar el poder de Flandes frente al Gobierno federal.
Esta pretensión choca con los planteamientos de los partidos valones, con los que se debe alcanzar un acuerdo para formar Gobierno. Así, el liberal Didier Reynders (MR) y la humanista Joëlle Milquet (CDH), principales fuerzas valonas tras superar en los comicios al PS, han mostrado durante las negociaciones su firme convicción de preservar el actual modelo federal.
En este periodo, el rey Alberto II ha nombrado un «informador», un «mediador», un «formador» y un «explorador» en la titánica tarea de formar un Gobierno. Al final, tras todo este proceso, Leterme ha vuelto a ser la persona elegida por el monarca para intentar conformar un Ejecutivo federal.
En cualquier caso, una reforma constitucional es una demanda que no resulta tan extraña en el Estado belga como en el español. De hecho, aunque la Constitución belga se adoptó en 1831 (Bélgica se independizó de los Países Bajos un año antes) por el Congreso Nacional, el primer Parlamento belga se ha modificado en cuatro ocasiones..
Así, lo que en el siglo XIX nació como un Estado unitario en el XX se convirtió en uno federal gracias a las reformas constitucionales que se registraron en 1970, 1980, 1988 y 1993.
Como resultado de esas reformas constitucionales, el Estado belga está formado actualmente por tres «regiones» (Flandes, Valonia y la capital, Bruselas) y tres comunidades lingüísticas (flamenca, francófona y la minoría de habla alemana).
Una encuesta realizada en 2005, coincidiendo con el 175 aniversario de la independencia de Bélgica, mostraba que en Flandes la población se sentía mayoritariamente flamenca, mientras en Valonia y Bruselas se definían como belgas y europeos.
Como muestra de que la independencia de Flandes no es una quimera, 33.000 sindicalistas e intelectuales belgas que se autodefinen como «ciudadanos del mundo» -Michel Collon es uno de ellos- han suscrito un manifiesto contra la «partición».
En Bélgica no hay un sistema público de televisión, sino dos. Cada partido político flamenco tiene su equivalente valón y no existen formaciones «nacionales» belgas. Flamencos y valones viven de espaldas en un Estado que tiene todo «por duplicado» .