Maite SOROA
Ya empiezan a calentar los tanques
Yuna que pensaba que el fin del mundo aún quedaba lejos y resulta que el apocalipsis está a la vuelta de la esquina. O, por lo menos, eso hay que creer si leemos a columnistas habituales en la prensa diaria como Enrique de Diego, que ayer en «El Semanal Digital» nos lo ponía todo negro.
Según el escribiente, «Ibarretxe ha proclamado la independencia de una parte del territorio español. En propiedad, debería ser detenido de inmediato y puesto a disposición de la Justicia». Empezamos bien.
Y luego suelta un «aviso para navegantes, para incautos, para buenistas y para desinformados» que se concreta en que «esa consulta no puede celebrarse, ni tan siquiera podría convocarse. No es admisible un debate sobre hipotéticos resultados, porque la sobe- ranía ya ha sido ejercida y no queda otra respuesta al Estado de Derecho que la suspensión de la autonomía vasca y la depuración de responsabilidades penales».
¿Y por qué?, se preguntarán la lectora y el lector. Pues está claro, porque «Ibarretxe se ha saltado a la torera la Constitución y el Estatuto de Autonomía, cuya legitimidad, de ambos textos, proviene de la nación preexistente». Y ahora empieza con la tabarra constitucional: «Al Gobierno no le queda otra opción que poner en marcha el mecanismo previsto en el artículo 155 de la Constitución y proceder a la suspensión de la autonomía vasca». Y más, y más: «No tengo la menor duda de que presuntamente Ibarretxe está incurso en el delito de traición». No se crean que se para ahí. Aún hay más: «Para el caso de que nadie estuviera a la altura de las circunstancias, de que el Gobierno se volviera loco y el Estado de Derecho se inhibiera de manera torticera, la Constitución de 1978 contempla un último recurso en el artículo 8, pues indica que `las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional'. (...) Ibarretxe amenaza de manera directa la soberanía e independencia de España, su integridad territorial y, por supuesto, el ordenamiento constitucional». O sea, ¡a mí la legión!