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Xabier Onaindia Torturado

¿De qué hablan estos cuando hablan de víctimas?

Los torturados no esperamos medallas ni pensiones, porque no entendemos ni compartimos el efecto balsámico que producen éstas en algunos dolores

Algunas noticias, aunque esperadas, te producen cabreo y malestar. La última del portavoz de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, Txema Urkijo, es que están elaborando un informe sólo de víctimas de la extrema derecha y grupos parapoliciales como el GAL... y que, según sus palabras, dejaría fuera a los muertos por acciones policiales y a los torturados.

Al parecer, esa Oficina excluyente tiene una visión fascicular de las víctimas y va haciendo entregas periódicas. En abril tocó el fascículo de las víctimas de ETA y les reunieron en Euskalduna Jauregia para que el lehendakari Ibarretxe y el PNV pudieran demostrar su parcialidad y, de paso, contentar al PP y organizaciones afines. Se «olvidaron» de que en este país hay otras víctimas y otros muchos muertos, como los más de 150 por las policías y los más de 70 parapoliciales y, al parecer, el próximo fascículo va a tratar sólo de estos últimos, porque fue escandaloso hasta para ellos dejarlos marginados. El fascículo de las responsabilidades policiales (3 de Marzo, Joxe Arregi, Germán Rodríguez...) o el de los torturados, no tienen fecha ni presupuesto.

En Torturaren Aurkako Taldea (TAT) tenemos un respeto absoluto por el sufrimiento de todos, pues conocemos muy de cerca lo que es; somos especialistas en sufrimientos de todo tipo. Por ello, en reciprocidad, exigimos que el nuestro sea respetado y tenido en cuenta y nos rebelamos cuando tratan de hacernos invisibles. Porque de eso se trata. De hacernos desaparecer para instalar una realidad virtual en la que sólo aparezcan las víctimas de ETA y las de la extrema derecha. Los eternos extremos entre los cuales se sitúa la inmensa mayoría; los demócratas que aparentan no tener basura bajo la alfombra. Pero tienen toneladas de basura, entre ella la tortura. Además ningunear a los torturados, no es de demócratas, sino de derecha extrema. Que es lo que son.

Está claro que estas oficinas las dirigen gentes de orden, que respetan la ley y saben lo que es correcto hacer en cada momento, aunque esto choque con la realidad. Ellas deciden quiénes son las víctimas que hay que defender y cuáles las que hay que marginar, porque se financian y se promocionan precisamente para eso. Para instalar en el subconsciente colectivo un concepto determinado de víctima, el que conviene a los servicios de inteligencia, ministros del interior y policías en su lucha contra la disidencia, para hacer defendibles o justificables ciertas posiciones y comportamientos y condenables otros.

Así, con el paso del tiempo, se llega a reivindicar la memoria de Melitón Manzanas -denunciado como torturador hasta por Amnistía Internacional- o del sátrapa Carrero Blanco, dignos de ser homenajeados en el Euskalduna, pero se olvida y margina a Angel Berrueta, apuñalado en su panadería por un policía y su hijo. Cosas de vecinos, dijo el fiscal. Angel nunca será una víctima digna de ser reivindicada para esas siniestras oficinas.

Yo no sé bien qué es una victima. Creo que los dos muertos en el atentado de ETA en Barajas son víctimas inocentes que murieron por estar en el sitio inadecuado en el momento inoportuno. Muy diferentes de -con todo respeto por el dolor de sus familiares- Carrero o Manzanas. Pero, desde luego, no seré yo el que diga quién es y quién no es. A cambio exijo que ninguna oficina se burle del sufrimiento de nadie. Del dolor de muchos.

En el TAT tenemos censados 35.000 detenidos y de ellos 7.000 torturados desde que murió Franco. Entre estos 7.000 hay de todo, claro. Hay inocentes que estaban en el sitio inadecuado en el momento inoportuno y que fueron detenidos y torturados sin que supieran por qué, y los que, como yo, fuimos torturados por nuestra militancia social o política, que contábamos con la tortura como una posibilidad muy real y que no nos consideramos víctimas en sentido estricto. Es sabido que hay ideas peligrosas, es decir, que es peligroso tenerlas, porque corres mucho riesgo de ser detenido y torturado. Ni unos ni otros aceptamos que desde una Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo se nos haga invisibles; porque no hay mayor terror que ser torturado nueve días en una comisaría y porque el que no ha pasado por ello no conoce el el verdadero terror. Un dolor terebrante que no olvidas jamás.

Los torturados no esperamos medallas -Aznar concedió a Manzanas la Medalla al Mérito Civil sin que le conozcamos más «méritos» que colaborar con la Gestapo en la entrega de judíos- ni pensiones -que es el paliativo que usan las instituciones para «consolar» a sus protegidos-, porque no entendemos ni compartimos el efecto balsámico que producen éstas en algunos dolores. Pero pedimos reconocimiento. Que se nos reconozca. Que aquí se ha torturado y se tortura sistemática y masivamente (7.000 en 30 años) a la disidencia para doblegarla. Que se acabe con este velo que invisibiliza la tortura para que no se repita en nadie. Nunca.

Mentiría si dijera que esperaba más del Sr. Urkijo y de esa Oficina. Esperaba justo lo que han hecho. Ya nos conocemos desde las conversaciones de Maroño y tengo que reconocer que ya de joven apuntaba maneras como persona de orden y dispuesta a subir en el escalafón, pero que sepa que no va hacer carrera a costa de nuestro sufrimiento y de nuestra marginación, que nos va a tener enfrente porque el responsable de la tortura es el Estado y los policías que la practican, pero éstos no tendrían la impunidad que tienen si los señores como Urkijo no contribuyeran al ocultamiento.

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