Cuando aún no se ha apagado el eco de la crisis por la matanza de los mercenarios de Blackwater, estalla una nueva crisis entre el Gobierno chiíta iraquí y EEUU. La Alianza Unida Iraquí, que agrupa a al-Dawa (del primer ministro, Nuri al-Maliki) y a la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII) ha denunciado la estrategia ocupante de movilizar a líderes tribales sunitas contra al- Qaeda.

Coincidiendo con la denuncia, uno de estos líderes tribales convertidos en aliados circunstanciales de los ocupantes, el jeque Maawia Naji Jebara, murió en un atentado contra su vehículo cerca de Samarra, 100 kilómetros al norte de Bagdad.

La llegada reciente de estos grupos -que EEUU estima en alrededor de 150, con hasta 50.000 milicianos- a barrios de Bagdad y a la provincia mixta de Diyala ha despertado todas las alarmas del Gobierno, que les acusa de secuestros y ejecuciones de chiítas.

Por contra, el Frente por la Concordia Iraquí, sunita, alaba la labor de esta nueva milicia sunita y exige al Ejecutivo de al-Maliki que la integre en las estructuras institucionales.

La resistencia continúa

Una veintena de grupos resistentes iraquíes se han alineado con el Baath -formación del ejecutado presidente Saddam Hussein- y se han puesto a las órdenes de su número dos, Izzat al Douri, en busca y captura por parte de los ocupantes.

Al menos 13 personas murieron en ataques y atentados en la provincia de Babel y en Bagdad que tuvieron como objetivo a las tropas ocupantes y a políticos colaboradores.

La Policía imputó a Al Qaeda un atentado-suicida frustrado contra un hospital en Tal-Afar precedido del estallido de un coche-bomba que mató a tres personas. También llevaría el sello de Al Qaeda el asalto por parte de decenas de guerrilleros de una comisaría en Tikrit, capital de la provincia septentrional de Salahedin, que se saldó con la muerte de tres personas.