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Bush niega la evidencia de que EEUU tortura en su «guerra al terror»

Los testimonios de las víctimas coinciden, los documentos que ven la luz uno tras otro, el último del Departamento de Justicia de EEUU, lo ratifican, pero el presidente Bush insiste: «Este Gobierno no tortura a la gente. Observamos la ley y las obligaciones internacionales».

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El inquilino de la Casa Blanca, George W. Bush, ha optado por desmentir una y otra vez lo evidente e insistió ayer en que la tortura no forma parte del «arsenal contra el terrorismo».

Bush ha tenido que salir a la palestra después de que el diario `The New York Times' desvelara un documento secreto del Departamento de Justicia que autoriza la tortura en los interrogatorios. Esta autorización, conocida por la Casa Blanca, da luz verde a los interrogadores para golpear en la cabeza a un detenido, someterlo a temperaturas extremas o simular intentos de asfixia.

Las asociaciones de defensa de los derechos humanos han levantado su voz, mientras los parlamentarios demócratas han exigido que estos documentos sean entregados al Congreso, una cuestión que podría condicionar la confirmación del sucesor de Alberto González como fiscal general.

En 2004, y atrapada in fraganti, la Administración Bush se vio obligada a suspender la autorización, vigente desde el 11-S, para utilizar las técnicas de interrogatorio más extremas.

Sin desmentir la existencia de estos nuevos documentos, aunque sin revelar ni confirmar en su caso su contenido, el Gobierno estadounidense ha vuelto a insistir tras la filtración en la «necesidad y eficacia de las técnicas alternativas» de interrogatorio. El jueves por la noche, en la cadena CNN, la consejera de Seguridad Interior, Frances Townsend, aseguró que del centenar de sospechosos que han sido encarcelados en las prisiones secretas de la CIA, «sólo un tercio» sufrió las «técnicas de interrogatorio alternativas».

Macabra justificación en todo caso, pero que ni siquiera es cierta, a la luz de los testimonios de cientos de ex prisioneros de EEUU. Desde Guantánamo hasta Abu Ghraib o la prisión de Bagram, en Afganistán, sin olvidar la base naval-prisión de Carolina del Sur, todos los «interrogados» coinciden: aislados durante meses, privados del sueño, forzados a estar las 24 horas del día con luz, desnudos en minúsculas celdas sofocantes y glaciares, sometidos a música atronadora, mantenidos durante horas en posiciones dolorosas, golpeados indiscriminadamente, confrontados a perros agresivos. Un pequeño botón de muestra del alcance de la tortura que «el Gobierno (de EEUU) no practica», al decir de Bush.

«Alternativas»

La Administración Bush ha vuelto a insistir estos días en la «necesidad y eficacia de las técnicas alternativas de interrogatorio».

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