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Pedro Esarte Muniain Historiador y escritor

La «pax romana» A quién toca preocuparse; a quién toca responder

A raíz de las detenciones de dirigentes de Batasuna, el historiador Pedro Esarte ofrece una reflexión sobre las estructuras de poder que se han impuesto bajo el nombre de «cultura occidental». Esarte comenta la incongruencia entre los avances de las sociedades desarrolladas y la forma en que se utilizan esos mismos avances para ahogar la democracia y los deseos de cambio.

Me parece estar viviendo un sueño ilusorio. Hace tres escasos días se detiene a más de 20 personas por laborar en la consecución de fines políticos. El arbitrario arbitraje de los poderes actúa de arbitrio. Maquiavelo sólo desveló lo que ya existía y sigue existiendo. La política romana con su sistema de política imperial, y el apoyo de los jerarcas del cristianismo, fue la fórmula de sojuzgación de los pueblos que ha llegado hasta nuestros días, en lo que eufemísticamente se denomina hoy «cultura occidental».

Con el Derecho romano y el cristianismo como estandartes, se ha consolidado una estructura que se dice de avances sociales y políticos. Nadie puede negar los avances, sobre todo en el campo militar. Hemos pasado de una sociedad casi rupestre, a vivir unos avances tecnológicos y científicos que cuesta concebirlos sin admirarlos. Pero el tema real es cómo se emplean los nuevos medios. La forma en que se dispone de la vida y libertad de la sociedad que los disfruta y los padece.

Nunca ha estado tan separada la sociedad entre gobernantes y gobernados. Se ha estructurado una clase social que se siente predestinada a sucederse a sí misma. Los estados constituidos, sean de autócratas, de dictadores, de monarcas absolutistas de toda clase de religiones, genocidas, sionistas emuladores del fascismo alemán o ejecutores de la voluntad del dios de los cristianos, tienen un denominador: hacen causa común en que los intentos de subversión de su orden social no se expandan, con acusaciones de todos ellos, a la subversión, de movimientos terroristas, a nivel de entorno, u otros adjetivos.

Para ver hasta dónde se ha llegado en la implicación conjunta de las oligarquías gobernantes basta con pocos ejemplos. Cuando la Constitución europea urdida y apañada por los dirigentes europeos fracasó, no se piden responsabilidades, ni se descalifica el fracaso de sus autores: no ha producido ninguna dimisión, ni siquiera en los países donde fracasó en su consulta.

Tampoco hubo contraste constitucional en el referéndum, ni habrá otro proyecto que no sea el que de nuevo formen las mismas élites que forman la oligarquía. ¿Alguien se acuerda, sólo hace unos años, de las ofertas oficiales de caminar hacia la sociedad del ocio, con la semana de cuatro días de trabajo y mayores sueldos para los empleos que exigieran más fuerza?

La comunicación nunca ha estado más mediatizada. Se manipula y modela las informaciones hasta el punto de condicionar la actitud y actuación de los políticos: el término de quinta columna es extensible a éstos, que son trabajados para constituir la avanzada de la información manipulada. Las cadenas y prensa complementan el cuadro: ¿Quiénes mejor dotados para cambiar el sentido de las palabras y los actos? Hay algún televidente o radioyente imparcial que no observe la tergiversada información que se imparte desde las cadenas oficiales?

El dominio de la mente se aprecia claramente cuando repasamos la reciente historia: los representantes políticos del poder pedían hace sólo unos años que la oposición se ejerciera desde las instituciones. Hoy la excluyen. Antes los ayuntamientos no admitían mociones políticas por no ser de competencia municipal, y ahora las llevan ellos mismos, al objeto de descalificar la postura del contrario.

Los mismos que han adquirido el cargo público, gracias a la ilegalización de un fuerza política, se convierten en defensores de lo ético de su postura, al estar primados por una buena remuneración, apoyada por la ley. Así se hacen quinta-columnistas del mismo país colonizado.

El caso reciente de Nafarroa Bai es un ejemplo del sojuzgamiento mental que puede ser impuesto desde el poder. Se la ha descalificado para el Gobierno de Nafarroa, por los fines de su ideología, a pesar de que hacía dejación de demandarla durante todo el tiempo de gobierno. Pero a pesar de no obtener el objetivo, y en aras de interpretación de su buena voluntad y compromiso (empujada por la información), Nafarroa Bai lleva camino de mantener la misma política que si hubiera accedido al gobierno.

Al mismo tiempo, basándose en la ley, o simplemente en su interpretación, se realizan detenciones arbitrarias, se prohíben manifestaciones y se reprimen actos de recuerdo y adhesión a correligionarios, familiares, amigos y víctimas de la opresión del Estado. La extensión del sentir de subvertir el sistema de gobierno es combatida desde el poder, impidiendo una realidad democrática que dicen mantener. Hasta las protestas de los partidos acomodaticios por la aplicación de las leyes son bálsamos de conciencia para la ciudadanía, que sirven para adormecerla.

Todo esto no es una casualidad. La inexistencia de una democracia, y el autoritarismo que impregnan las leyes españolas, quedan al descubierto cuando se habla de suspender las potestades autonómicas o se advierte al lehendakari de la CAV de ser una pieza dentro del Estado e instrumento del mismo y sus leyes, para hacerlas cumplir.

Me siento esclavo en mi propio país. Me veo obligado a pagar para el desarrollo militar de un ejército, una de cuyas funciones es mantener el statu quo. Su entrenamiento para matar lo desarrolla en la Nafarroa Garaia, sin cuestionarse la voluntad de sus habitantes.

La actuación y objetivos de la OTAN son contradictorios allá donde los intereses son diferentes. Ser soldado hoy de la OTAN u organismos de la «cultura occidental» supone el menor riesgo que los soldados han gozado nunca. El bombardeo de Serbia se produjo desde una altura que no podían ser alcanzados por la defensa antiaérea serbia, lo que hizo que el ataque fuera más indiscriminado y alcanzara a mas civiles. Para los aviadores medallas y aceptación ética y moral de la cultura occidental.

El calificativo de terrorista se emplea hasta para quienes defienden su propio país con la palabra; los presos que mantiene Israel en sus cárceles dan fe de ello. Palestina constituye una cárcel que ha emulado sobradamente, a los crímenes nazis. Sin embargo las actuaciones de Israel, con medidas que llegan al corte de alimentos y suministros a la población de todo un país, son mantenidas como defensivas por todos los países de la cultura occidental.

El ejército que pagamos obligadamente actúa en intervenciones extranjeras que se valoran en razones foráneas a los países donde militan. ¿Por qué tenemos que pagar un ejército y a un estado con el que no estamos conformes y que no nos admite decidir nuestro sentir, desde nuestra propia nación?

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