Julen Zabalo Sociólogo
A quién toca preocuparse; a quién toca responder
Teniendo en cuenta los acontecimientos de los últimos días, el profesor Julen Zabalo analiza la postura de los diferentes agentes políticos y sociales. Examina las repercusiones negativas que este tipo de actuaciones judiciales tienen para los sistemas democráticos en general, critica la actitud timorata del nacionalismo institucional ante este tipo de ataques y subraya que el sustrato popular de la izquierda abertzale hace imposible que este tipo de operaciones consigan su objetivo final.
De los últimos acontecimientos relacionados con la detención de la Mesa Nacional de Batasuna, y entre la cantidad ingente de opiniones de todo tipo que dicha detención ha generado, nos quedamos, por supuesto, con las que denuncian y condenan esta medida. Sin embargo, la sensación de estar oyendo o leyendo declaraciones que no conllevan obligación alguna puede resultar desesperante, especialmente porque la preocupación y necesidad de respuesta afecta a mucha más gente de la que quieren hacer ver.
Demócratas y juristas europeos, españoles y vascos. Es ciertamente desesperante comprobar la sacralización que se hace del poder judicial. Desde la escuela se nos machaca con la imparcialidad de las leyes y de los jueces, de forma que siempre tendemos a darles la razón en caso de duda: «sus razones tendrá; es juez». Cierto es también que en Euskal Herria el grado de suspicacia es mayor, en especial porque existe una enorme lista de atropellos judiciales que, como éste, hacen dudar al más convencido.
Esa larga lista de atropellos judiciales ha sido denunciada normalmente por algunos círculos o personas demócratas tanto en Europa como en España o en Euskal Herria. Siempre han sido de poco alcance, y eso es lo preocupante, porque los ataques represivos son cada vez más descarados, menos velados, y la respuesta, en cambio, no sube de tono. Pueden pensar que, como decía Brecht, todavía no hayan ido a por ellos. Y probablemente no lo harán, pero estos ataques contra la izquierda abertzale son un ataque frontal contra la democracia; no pueden tener justificación alguna. Cada vez que se da una actuación de este tipo, la democracia se resiente. Quien relacione democracia con un cierto sistema político y con una determinada forma de elegir representantes políticos no encontrará razón para preocuparse. Pero quien esté pensando en un valor más general, basado en la justicia social y el control popular de los diversos mecanismos administrativos de un estado, debería estar muy preocupado. ¿Qué reforma social puede venir de este tipo de actuaciones? ¿Puede el estado hacer cuanto quiera por la única razón de que es más fuerte?
El nacionalismo vasco. El grado de denuncia por parte de las diversas fuerzas vascas es, desde luego, mucho mayor que en el apartado anterior. Pero es también desesperante saber que no pasarán de ahí. Y eso lo sabe perfectamente el Estado represor. Hablar de despropósitos, de ajustarse más o menos a la ley, de faltas de base jurídica o de desobediencias civiles no sirve de nada cuando se sabe que no se está dispuesto a hacer nada más que la mera denuncia.
Pero además, es preocupante esta falta de respuesta cuando se trata de una cuestión que les atañe directamente, porque tras estas detenciones todo el mundo ha entendido que iba un mensaje claro a toda iniciativa no meramente estatutista por parte del nacionalismo vasco. Preocupa la postura de retraimiento ideológico que afecta a buena parte de las fuerzas nacionalistas vascas ante el empuje discursivo del nacionalismo español. Este retraimiento ocasiona una perceptible sensación de impotencia en la parte menos concienciada de la base nacionalista vasca: «mira cómo se ponen; es imposible conseguir nada». No se trata de proponer una confrontación radical entre nacionalismo vasco y español, pero sí de que cada cual haga valer su fuerza real, y a ello no contribuye la postura más o menos temerosa de las fuerzas nacionalistas vascas, a excepción de la izquierda abertzale.
La izquierda abertzale. Es quien podemos realmente decir que va a responder sin descanso. Sinceramente, no es momento de desesperar ni resignarse. Ese suele ser, precisamente, uno de los objetivos que buscan las operaciones de este tipo: bloquear a la gente, hacerle pensar que no hay nada que hacer. Pero para hacer hay mucho y, además, porque lo estamos haciendo es por lo que vienen los ataques. Agradar en Madrid y ante el nacionalismo español es fácil, muchos lo han hecho y han recibido su premio, individual. Quien ha mantenido las ilusiones y expectativas de construir una Euskal Herria unida y socialmente justa ha sido la izquierda abertzale, y por eso ha sido reprimida una y mil veces. Y si esas ilusiones y expectativas nacionales y sociales siguen vivas es porque ante esa represión no ha cundido la desesperación y el desánimo, sino que se ha impuesto la voluntad de seguir. Y porque, precisamente, las tropelías del Estado no han hecho más que ratificar nuestro convencimiento de que nuestro deseo de edificar una sociedad más justa es tan necesario como antes.
Yla voluntad de seguir tiene que quedar reflejada en todos los ámbitos de actuación. Hay que responder estos ataque contra la democracia, Euskal Herria y la izquierda abertzale, en particular. Hay que estar en alguna de las mil convocatorias que en los próximos días se realizarán para denunciar estas operaciones, pero hay que seguir también en los demás ámbitos de trabajo en que nos encontremos. Si no, la represión política contra la izquierda abertzale no sólo paralizaría nuestra propia actividad política, sino, en mayor o menor medida, la actividad de otros movimientos sociales. Nuestra lucha es global y no únicamente centrada en altas instancias políticas. Impedir presentarse a las elecciones a cualquier otro partido es darle el acta de defunción: no es nada sin el entramado parlamentario, sus comparecencias públicas, etc. Es lo que pensaban que ocurriría cuando, Ley de Partidos en mano, comenzaron a impedirnos presentarnos en las diferentes elecciones. Pero el proyecto de la izquierda abertzale es la suma de pequeños y grandes proyectos, a diferentes escalas, repartidos por parte o por la totalidad de Euskal Herria. Acabar con la izquierda abertzale es acabar con todos los movimientos asociativos y populares de nuestro pueblo. Por eso no lo consiguen. Esa es su preocupación.