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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

¡No más violencia hacia los vascos!

Somos muchos los que nos apuntamos a opinar, gritar, manifestarnos, protestar para que dejen en libertad a quienes no han cometido delito alguno La paz de todo un pueblo depende de todos los que amamos a este pueblo. ¡Alto a las represiones, busquemos juntos soluciones inteligentes!

Es tanto lo que quiero decir que el breve espacio que me corresponde habitualmente en este diario no me era suficiente.

Hay nuevas y masivas detenciones y agresiones contra la izquierda abertzale y, por supuesto, como consecuencia vendrán muchas opiniones y reacciones.

No soy política y por lo tanto mi análisis y reacción no es político. Escribo como profesional, como psicóloga educativa, como psicóloga social, como psicoterapeuta especializada en trabajar emociones y sentimientos individuales y colectivos. Escribo como psicoterapeuta Humanista Gestalt especializada en trabajar con el dolor y los sufrimientos de cualquier índole y de cualquier persona o colectivo.

Una técnica que he creado hace más de diez años y que ha dado muy buenos resultados trabajando con mis pacientes es pedirles que me expliquen algún rasgo neurótico de sus padres, su pareja o alguien cercano. Tiene que ser algún rasgo que les haga enfadar o les saque de quicio. Pido que recuerden la escena y comenzamos a trabajar con esa escena. Primero me tienen que decir qué piensan cuando sucede o se repite ese rasgo que les enfada. Después les pido que me digan qué sienten y después que me describan qué hacen, es decir, cómo reaccionan.

Esto les ayuda a observar y diferenciar claramente qué y cómo piensan, sienten y reaccionan ante un hecho. También que son tres momentos y situaciones distintas.

Hoy el hecho y la escena que a muchos nos saca de quicio es, sin lugar a dudas, la detención de los líderes y simpatizantes de la izquierda abertzale. Ese es, sin duda, el rasgo neurótico que nos saca de quicio. Y pensamos muchas cosas, por ejemplo: «ya están otra vez con los mismo. ¿Cuándo nos van a dejar en paz?, ya estuvo bien, ya basta, no es justo. ¿Qué más quieren de nosotros? ¿A qué están jugando? ¿Por qué no nos dejan en paz? Otra vez, no... ya no más. ¿Qué están buscando? ¿Qué pretenden con esto? Ahora nos toca a nosotros, tú también te vas a enterar. ¿Quieres guerra? Pues la tendrás», etc.

¿Y qué sentimos? Los sentimientos son muchos, de diferentes estilos e intensidades. Nos toca, nos afecta, y algunos de los sentimientos que nos vienen son de rabia, indignación, impotencia, frustración, deseos de venganza, tristeza, temor, orgullo, duda, incertidumbre, cansancio, agotamiento, resarcimiento, desagravio, sospecha, desconfianza, congoja, desconsuelo, abatimiento, angustia, desolación, ahogo, desesperación, desánimo, recelo, aprensión, ira, irritación, furor, furia, arrebato, violencia, cólera, coraje, fracaso, desgracia, desengaño, decepción, necesidad de reparar el daño, necesidad de desquite, necesidad de justicia, etc.

¿Y qué hacemos? ¿Qué es lo que vamos a hacer ante este hecho? ¿Cómo vamos a reaccionar, cómo vamos a responder, cómo vamos pedir cuentas, cómo vamos a reclamar, cómo vamos a dejar claras las cosas, cómo vamos a decir ¡basta!, cómo vamos a pedir y conseguir la paz y el respeto para el pueblo vasco?

Nos encontramos con un problema añadido: están encarcelando precisamente a líderes políticos que podían decir a muchos jóvenes: «tran- quilos, paciencia, vamos a organizarnos, vamos a dialogar, vamos a hacer bien las cosas, no se dejen llevar por los impulsos, por los arrebatos, vamos a demostrarles que somos más inteligentes y civilizados, no hay que dejarse ganar por la rabia; analicemos la situación para antes de actuar». Por lo tanto, si no hay quien calme los nervios, ¿qué reacciones podemos esperar?

Somos muchos los indignados, los rabiosos, los tristes, los dolidos y los heridos. Somos conscientes de cuál es la escena, cuál es ese rasgo neurótico represivo y militar que nos está haciendo enfadar colectivamente. Y somos muchos los que nos sumamos a la censura colectiva y los que nos apuntamos voluntariamente para opinar, gritar, manifestarnos, reivindicar, protestar, pedir, exigir y luchar para que paren estas detenciones, para que dejen en libertad a líderes y simpatizantes que no han cometido delito alguno, para que quienes cumplen condenas lo hagan donde les corresponde, para que no se les disperse ni se les aleje de sus familias, para que se reconozca al pueblo vasco su derecho a decidir, para que se respete la territorialidad de los vascos, para que se respete su cultura, su idioma, para que no se les acose, para que no se les detenga ni se les torture, para que paren todas las agresiones hacia el pueblo vasco.

Libertad de expresión es poder decir libremente lo que pienso y siento, es poder manifestarme libremente y decir qué me gusta y qué no me gusta de este sistema político y social, es poder debatir y dialogar, es poder escuchar a todas las partes, es poder hablar y escuchar, es poder decir en qué no estamos de acuerdo y en qué sí podemos llegar a un acuerdo, es poder dar a conocer todas las realidades, todas las verdades, todas las heridas.

No puedo analizar políticamente estos hechos, pero sí puedo aportar mi parte como conocedora del dolor y del sufrimiento propio y de lo demás.

La paz de todo un pueblo depende de todos los que amamos a este pueblo. ¡Alto a las represiones, busquemos juntos soluciones inteligentes! ¡No más dolor para Euskal Herria!

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