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La remodelación del mercado de la ribera deja fuera a los comerciantes que no pueden pagarla

El proyecto de remodelación del mercado de la Ribera ha levantado las críticas de comerciantes, usuarios y agentes políticos y sociales. Temen que en realidad se transforme en una superficie comercial. Sean 40 o 52 los comerciantes que han adelantado el dinero, son muchos los empleos que se pierden en 110 puestos.

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Nerea GOTI

La sociedad mercantíl que gestiona el Mercado de la Ribera y el Ayuntamiento de Bilbo han puesto en marcha un proyecto de remodelación integral de la emblemática plaza de abastos. El arranque de las obras está previsto hacia el mes de junio, y su coste ronda los 17,9 millones de euros, aunque el presupuesto no ha dejado de crecer. EAE-ANV denunció días atrás, que la desviación de los números originales desde que fueran presentados en junio de 2004 alcanza ya los siete millones de euros y los mismos comerciantes advierten de que la reforma les cuesta ahora mucho más de lo que se les prometió.

Los impulsores de la obra defienden que el mercado necesita esa reforma, que no pasaría una revisión sanitaria, y en eso parece que todos están de acuerdo, pero si la inversión no está al alcance de los tenderos, muchos se preguntan «¿qué va a ser del mercado tradicional, cercano y de calidad que ahora conocemos?».

La interrogante también la plantean los propios afectados. «Si sólo los grandes pueden hacer frente a las obras y los pequeños nos quedamos fuera, ¿qué es lo que pretenden?», pregunta uno de los comerciantes consultados por GARA. En general, todos temen que el proyecto de reforma «no sea más que una maniobra para dejar fuera a los pequeños y que los más fuertes se queden», responden preguntados por qué temen ese plan de restauración.

De hecho, la división en torno a un proyecto que no acaba de convencer se ha materializado en cifras que reflejan dudas, después de que el pasado lunes concluyera el plazo para que los puestos que seguirán adelante con la reforma aportarán el 25% del coste de la misma. Desde entonces, los bailes de cifras en torno al número de comerciantes que se han sumado al proyecto han sido una constante.

Azkuna está «satisfecho»

El alcalde, Iñaki Azkuna, se mostró el viernes «satisfecho» ante una adhesión a sus planes que cifró en un total de 52 comerciantes. Frente a todas las voces que subrayan lo desorbitado del coste de la reforma, el primer edil bilbaino fue tajante al afirmar que a quien le interese continuar en la plaza tiene que esforzarse.

Sin embargo, ANV aseguró ayer que sólo el 36% de los comerciantes del mercado de la Ribera avalan el actual proyecto, es decir 40 de un total de 110 puestos. La formación abertzale denunció que con «ese exiguo bagaje» el PNV y la Junta Gestora pretendan imponer un proyecto y además dejen claro, «por si quedaba alguna duda, las intenciones de hacer una gran criba» entre los adjudicatarios actuales, para «en una segunda fase» dar paso a las grandes marcas comerciales y otros proyectos ajenos al mercado.

Más voces se han alzado en los últimos días ante una reforma que ven como una amenaza directa al carácter tradicional del mercado. La asociación de vecinos Bihotzean ya se ha pronunciado en contra de lo que ha tildado de «megaproyecto». Ha criticado que «deja fuera a más del 50% de los actuales comerciantes» y sostiene que «el precio a pagar es muy alto y no está claro que sea necesario tamaño coste que sólo beneficia a los grandes, pensando probablemente en que se podrá `jugar' con un espacio sobrante ya previsto».

La misma asociación ha pedido al Ayuntamiento y a la sociedad mercantil gestora del proyecto la celebración de un referéndum sobre el proyecto, que se informe y se consulte a los vecinos y que se apueste por un proyecto de rehabilitación «que no deje a nadie fuera» ni cambie el carácter del mercado actual.

ANV, por su parte, ha exigido a Azkuna y a la Junta Gestora del mercado que reconduzcan todo el proceso desde el principio sin excluir a ningún comerciante, les exige que publiquen los datos, presupuestos y proyectos sobre el mercado y que dén participación directa a todos los comerciantes. Además, la formación ekintzale preguntó directamente a los responsables de la plaza «¿por qué aún no todos los miembros de la junta rectora han realizado el ingreso exigido a los demás?».

Obligados a bajar la persiana

Por lo que respecta a los afectados, son muchos los que no ocultan que si siguen adelante con el proyecto tendrán que bajar la persiana, porque supone una inversión inasequible y critican que tanto el proyecto como las condiciones de pago se han realizado al margen de los vendedores, sobre todo de los mas pequeños.

Marcos Fernández, uno de los afectados consultados por GARA, explico que, en su caso, a un puesto de pescado que ocupa el espacio mínimo exigido de 15 metros cuadrados, la reforma le costaría alrededor de 95.000 euros», de los que esta misma semana debía adelantar una cuarta parte para sumarse a la remodelación. «No puedo empeñarme en algo que ni siquiera es mío, porque si firmas este contrato te hacen otro por 35 años», afirma el tendero, y sostiene que «nos quieren echar, por eso nos han puesto precios excesivos. Se quedarán los empresarios, pero no los comerciantes, los autónomos como nosotros».

Las cifras sobre los costes reales también son dispares. La gerencia habla de unos 5.370 euros por metro cuadrado, mientras otras fuentes apuntan que pueden llegar a 7.500 euros. En cualquier caso, ambas cifras están muy lejos de los 2.000 o 3.000 euros, de los que, según Marcos Fernández, les hablaron hace cuatro años, cuando presentaron los planes de rehabilitación.

Marije, otra tendera del Ribera, explica que a punto de cumplir los 63 años ha renunciado a meterse en ese proyecto y afirma tajante que el coste que les quieren imputar «es una burrada». Conocedora del ambiente que se respira estos días ante los clientes y en las trastiendas de los puestos, afirma que los números no salen, «si tienes que pagar un crédito, la renta y el mantenimiento, porque la gestora a nosotros nos cobra bastante».

Mantiene que algunos han apostado por sumarse al proyecto por no acabar en el paro, pero sostiene que las cifras a amortizar son desorbitadas para un mercado en el que los márgenes de beneficio son muy pequeños. «Algunos se sentirán empresarios, pero la mayoría no lo somos, no somos más que trabajadores que aquí sacamos justo un sueldo», subraya.

Pescado, carne y fruta están afectados por igual, aunque son muchas las voces que ya auguran la práctica desaparición de las ventas de fruta en la Ribera, con repercusión directa en la economía de los mayoristas que abastecen a los vendedores de la plaza bilbaina. Además, según fuentes del mercado consultadas por GARA, en charcutería, de un total de 30 puestos, tan sólo diez han aportado el 25% del coste de la reforma que se exigía abonar el pasado 1 de octubre como fecha límite.

El pse acusa a azkuna de mentir

Txema Oleaga, portavoz del PSE en el Consistorio bilbaino sostuvo días atrás que el alcalde, Iñaki Azkuna, no ha cumplido con la promesa de contar con al menos el 70% del apoyo de los comerciantes antes de acometer el proyecto de restauración y se sumo a las voces que consideran que detrás de esta reforma se esconde convertir el mercado en una gran superficie.

Mientras tanto, el Ayuntamiento responde que el objetivo es que el mercado quede bajo la gestión de los propios tenderos y sostiene que la gente que se queda fuera del mercado, es porque «no ha apostado» por el mismo, ajeno siempre a los problemas que aducen buena parte de los adjudicatarios de los puestos para hacer frente a la inversión que se les reclama.

El presidente de la comisión gestora de la plaza, Jon Ander Ibarra, niega tajantemente que el carácter del mercado vaya a cambiar. Asegura que seguirá siendo el de siempre, pero con unas instalaciones adaptadas a la normativa vigente y afirmó que «no nos dedicamos a especular», en respuesta a las acusaciones vertidas desde diferentes agentes de que otro tipo de actividades suplirán a los puestos de alimentos frescos.

comerciantes

EAE-ANV afirmó ayer que sólo 40 comerciantes de los 110 puestos han adelantado el dinero exigido para formar parte de la plaza remodelada.

Temor a que se aseste el golpe definitivo a la tradicional plaza

Hace apenas diez días, la asociación de consumidores EKA-OCU, el sindicato agroganadero EHNE y representantes de asociaciones de vecinos de Bilbo comparecieron juntos en la capital vizcaina para reclamar al unísono ante las instituciones control a la subida de precios y medidas que garanticen alimentos de calidad, en cantidad y a precios justos. Ya entonces, los vecinos hicieron constar sus temores ante el futuro del mercado de la Ribera. «Hay rumores de que acabara convirtiéndose en una superficie comercial», apuntaron, dejando caer que el tradicional mercado cercano a los usuarios podría acabar sujeto a las condiciones y precios que imponen las multinacionales en detrimento de consumidores y productores del primer sector.

«Si es cierto que se especula con minicines, con hamburgueserías y con cadenas de ocio y alimentación, echando fuera a las aldeanas y a la mitad de los comerciantes, cambiará de forma definitiva el carácter de nuestro mercado, nuestro y de los comerciantes», señaló el colectivo vecinal Bihotzean, en referencia a «una buena forma de relacionarse con los alimentos, un lugar donde eliges el producto y puedes pedir opinión al tendero sobre la calidad del mismo».

EAE-ANV de Bilbo, por su parte, recordó que el mercado fue construido por el arquitecto Pedro Ispiazu en 1929 y concebido como «un centro regulador de precios, garantía de suministro de alimentos públicos a la población de Bilbao, control sanitario y de calidad». La formación independentista ha recordado que la situación precaria del mercado es producto de los cambios en los hábitos de consumo impuestos por las grandes superficies comerciales, pero también «de la mala gestión municipal y del espíritu privatizador del PNV» y denuncia que no esta claro si alguna cadena comercial intenta hacerse con la mayoría de los puestos del mercado. N.G.

95.000

euros

es la cantidad que calcula le supondría la reforma a un adjudicatario de un puesto de pescado de 15 metros cuadrados.

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