Osasuna sigue haciendo los deberes y manteniendo su solidez en El Sadar, pasando con nota la asignatura pendiente del año pasado. Y eso que el examen al que tuvo que hacer enfrente ayer era de nivel de oposición. Frente a un rival que venía sumando siete victorias consecutivas fuera de casa y sin haber encajado ningún gol fuera de su estadio en la presente campaña.

Javi García, que se estaba ganando a pulso el suspenso por su actuación anodina y sin apenas contribución al equipo, fue quien se sacó un zapatazo con trayectoria a la escuadra ante el que el recordman de la imbatibilidad villarrealense, Sebastián Viera, pudo hacer poco más que ver entrar la pelota.

Merecido premio al mayor trabajo de la escuadra rojilla en la segunda parte que, bien por mérito propio o por conformismo del enemigo, se fue haciendo con las riendas del choque a medida que éste avanzaba, aunque siempre con el susto en el cuerpo por la llegada al área local de los escurridizos hombres de Pellegrini.

Fue un choque de los que se da por bien invertido el dinero de la entrada, con alternancias en el marcador e idas y venidas de una a otra portería. Entretenido para el aficionado, que ha disfrutado en los dos últimos envites caseros con cinco goles en cada uno de ellos y viendo cómo su equipo se llevaba finalmente el triunfo.

Dianas aparte, lo fundamental es que el conjunto rojillo se está empezando a creer que su feudo debe ser una fortaleza inexpugnable, incluso para los más experimentados asaltantes. Que El Sadar se convierta en una sólida plataforma propiciará una mayor tranquilidad de puertas afuera.

Sin duda, el triple ante el Villarreal no sólo carga la cesta de puntos osasunista, sino que rearma moralmente a un plantel que, por sus muchas novedades y el duro inicio liguero, podía haber planteado muchas dudas al entorno.

Hay que quedarse con la capacidad de reacción tras encajar el primer gol y la posterior remontada, así como el sacrificio de todo el once para ir arrimando el ascua a su sardina hasta la espera de un ramalazo de calidad, característica que un buen número de los fichajes incorporados atesoran.

Dosis de fortuna

Todo ello aderezado con la necesaria dosis de fortuna que reside en lo que, aunque no lo parezca, todavía sigue siendo un deporte. Quizás si el remate de Tomasson al travesaño en el 76 hubiera perforado la portería navarra estaríamos seguramente hablando de otro partido o, al menos, de un resultado bien diferente.

Pero la realidad futbolera se mide por lo tangible de los goles, de ahí que de la ausencia de acierto del delantero danés se pasara a la eficacia plena de Javi García, como colofón a una tarde en la que la transformación material de las ocasiones más claras fue la tónica dominante.

Incluso para que no faltara de nada, al espectáculo de los goles se sumó la esperpéntica actuación de Megía Dávila en el tramo final del partido. Seguro que los hinchas rojillos están deseosos de ver al madrileño aplicar el reglamento a los rivales con el mismo ímpetu con el que lo hizo ayer contra Osasuna.