El Bellas Artes analiza en una gran muestra la obra de Nicolas Poussin
«Poussin y la naturaleza» es el título de la exposición que se abre hoy al público en el Museo de Bellas Artes de Bilbo con el objeto de estudiar las aportaciones del admirado autor francés Nicolas Poussin (1594-1665) a la pintura de paisaje. El prestigioso especialista Pierre Rosenberg ha comisariado esta muestra que se hace en colaboración con el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, donde se expondrá entre febrero y mayo del año que viene.
Karolina ALMAGIA | BILBO
Nicolas Poussin está considerado el pintor francés más importante junto con Paul Cézanne. La exposición abierta en el Museo de Bellas Artes de Bilbo es, para el director de este centro, Javier Viar, «un hito, una de las grandes muestras de toda la historia del museo».
«Poussin y la naturaleza» no es sólo «una exposición de prestigio mediático, dado que es la primera vez que se organiza algo así de Poussin en el Estado», sino que, además, está orientada, «a la comunidad científica internacional», añadió Viar. El director de la pinacoteca subrayó en la presentación que tuvo lugar ayer la dificultad de organizar una muestra de estas características, en la que hay que reunir cuadros que difícilmente se prestan. Para garantizar el éxito de la muestra, el Bellas Artes llamó a la puerta de Pierre Rosenberg, miembro de la Académie francesa, presidente-director honorario del Museo del Louvre y uno de los más reputados especialistas en la obra de Poussin, cuyo catálogo razonado de pinturas se encuentra ultimando en estos momentos.
Rosenberg seleccionó 85 obras para esta exposición, entre pinturas y dibujos. La relevancia del proyecto suscitó el interés del Metropolitan Museum of Art de Nueva York y juntos lograron préstamos «tan excepcionales» como seis poussins esenciales en la colección del Musée du Louvre, tres de la National Gallery de Londres y otros tantos del Museo del Prado. Además, museos y colecciones particulares de Londres, Oxford, Liverpool, Viena, Estocolmo, Düsseldorf, Stuttgart, Turín, Florencia, Montreal y otras ciudades han prestado sus cuadros.
Nicolas Poussin, considerado uno de los principales paisajistas de la pintura occidental, nació en Les Andelys, Normandía, en 1594 y murió en Roma en 1665. Se sabe poco de su infancia y juventud, pero desde que se instaló en Roma en 1624, su carrera despegó. Durante los primeros años desarrolló una pintura inspirada en la distribución de las figuras en los relieves romanos y en el colorido veneciano de Tiziano y compañía, temáticamente centrada en las narraciones del Antiguo y Nuevo testamento, además de en la mitología e Historia Antigua. Durante los años cuarenta del siglo XVII, el paisaje adquiere protagonismo y la naturaleza se convierte en elemento de reflexión en sus cuadros. Es en esta época cuando pinta esos «paisajes heroicos» que le valieron el calificativo de «pintor-filósofo».
Admirado por poetas y pintores, Poussin invirtió la jerarquía tradicional de los géneros de la pintura, y obras suyas como «La tempestad» se convirtieron en precedente del paisaje romántico. Como señaló ayer Rosenberg, Poussin era un excelente «narrador de historias». Con un absoluto dominio de la perspectiva, la composición y la luz, en cada cuadro contaba historias ejemplarizantes, integrando de manera magistral figuras, arquitectura y paisaje. En la exposición abierta en la sala BBK del Museo se puede apreciar cómo la pintura del autor francés va cambiando: los primeros cuadros tienen erotismo, son obra de un autor «joven y sexual», mientras que luego se va tornando más «melancólico y meditativo».
Paisajes poéticos
De la misma forma, su pintura de la naturaleza va adquiriendo con los años mayor intensidad hasta llegar a los llamados «paisajes poéticos», realizados en los últimos años de su vida. En estas obras finales, Poussin profundiza en la relación del hombre y la naturaleza. Para Rosenberg, Poussin es un pintor que «aborda la naturaleza, no el paisaje. En sus cuadros, a veces la naturaleza domina al hombre, otras el hombre domina a la naturaleza. Pero todo lo que hace Poussin está dominado por la justicia. En sus cuadros está la vida y la muerte. Poussin era, ante todo, un filósofo». Quizás por eso, no estamos ante un pintor «de fácil lectura». «Sus cuadros -añade el comisario- hay que mirarlos con detenimiento, hay que comprenderlos, analizar el tema, sus alusiones iconográficas. No son cuadros de choque. Yo espero que la gente pueda descubrirlo a través de esta exposición, porque conozco a algunos que lo han descubierto y ya no pueden vivir sin él, viajan a donde sea necesario para ver sus obras».
En la rueda de prensa ofrecida ayer estuvieron presentes también Gorka Martínez, director de la Fundación BBK, que patrocina la exposición, y Keith Christiansen, conservador del Departamento de Pintura Europea del Metropolitan de Nueva York, quien confesó que quiso montar una exposición como ésta hace dos años. «Poussin siempre me ha impresionado y quería transmitir al público el mismo placer que a mí me causa este autor. Pero cuando lo hablé con el Louvre, me dijeron que en Bilbao estaban ya trabajando en este proyecto». Para Christiansen, «se necesita cierto compromiso» para entender a Poussin. «Es un autor de matices, de poesía, no de prosa, una poesía condicionada por la decepción en la condición humana, pero que tiene confianza en la fuerza de la naturaleza. No es de extrañar que muchos poetas y artistas hayan sido cautivados por Poussin».
El carácter científico de la exposición queda claro en el catálogo editado por el Museo de Bellas Artes. En él se intentan resolver cuestiones relacionadas con la datación y la atribución de algunas obras del pintor que todavía hoy en día dividen a los historiadores. Con ese mismo propósito se ha abierto una sala especial que incluye los dibujos del pintor. «Para Poussin, los dibujos no eran más que un medio para llegar al cuadro, una forma de interpretar sus ideas, el dibujo hacía de intermediario entre su cabeza y el óleo», aclara Rosenberg.
Poussin fue un excelente narrador de historias. Con un absoluto dominio de la perspectiva, la composición y la luz, en cada cuadro contaba historias ejemplarizantes integrando figuras, arquitectura y paisaje.
Según los expertos, se necesita «cierto compromiso» para entender a Poussin. Es un autor «de matices, de poesía, no de prosa», que tiene «confianza en la fuerza de la naturaleza», pero está «decepcionado por la condición humana».
Lugar: Museo de Bellas Artes de Bilbo.
Fecha: Del 8 de octubre al 13 de enero.
Horario: De martes a sábado de 10.00 a 20.00 horas.
Domingos y festivos de 10.00 a 14.00 horas. Lunes cerrado.
Precio: 5.50 euros el general; reducido: 4 euros.