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Raimundo Fitero

No contesta

Ahora, en este instante, el ítem «no sabe/no contesta», debe estar creciendo casi como el nivel de las aguas de una piscina a la que se le mete un elefante para asearlo y prepararlo para un desfile nupcial. Han sido unas horas en donde las noticias, las intoxicaciones, las medias verdades y las mentiras enteras se ha ido acumulando de tal manera que ahora mismo solamente me parece algo recomendable escuchar a Yola Berrocal convertida en crítica literaria en «Sabías a lo que venías», ese programa de Santiago Segura que es imposible, en el sentido de que no es posible acumular más caspa en menos espacio televisivo en estos tiempos de aceleración de las partículas, que el que acumula Torrente tras una cura de adelgazamiento que le ha afectado, definitivamente, a su nivel intelectual, si es que eso es algo más que un recurso notarial utilizado para escapar de los compromisos fiscales.

Ni sé, ni quiero contestar, pero acabo de ver un vídeo realizado por un profesional de la fotografía que acostumbra a llegar a los accidentes u otros asuntos de emergencia antes que las ambulancias, como se ha podido comprobar, y ya no tengo palabras. Solamente tengo sensaciones. Y con las sensaciones solamente puedo opinar del vértigo que me produce el mal humor, es decir, el humor malo. Los malos humos, los humores que propician tumores sociales y colapsos mentales. No contesta. Ni quiere. Paso palabra.

Andreu Buenafuente, por ejemplo, ha recuperado a Quique Guasch para que hable, sin ton ni son, de asuntos futboleros. Lo hace con simpatía. Pero no tiene mucha enjundia. Es uno de los desechados de TVE que ha encontrado su posibilidad de seguir profesionalmente vivo y que deja a las claras los errores del ente RTVE en cuanto al aprovechamiento de sus recursos humanos. Por cierto, Buenafuente no va bien en la Sexta. Se le ve tranquilo. Algún misterio se encierra en todo lo que rodea a Mediapro, la Sexta, Jaume Roures, y su ostentación de capital para reventar mercados. Esperemos, que en la guerra del fútbol ha entrado un juez, y ya se sabe que una vez se judicializa cualquier asunto, las decisiones de los iluminados pueden provocar cualquier desenlace.

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