El debate en el Congreso de EEUU del genocidio armenio irrita a Turquía
Pese a las presiones de la Administración Bush, la Comisión del Congreso de EEUU ha dado un paso más en el reconocimiento-denuncia del genocidio armenio, tal y como hicieran en su día el Estado francés y Canadá, países todos ellos con presencia de la diáspora armenia. Ankara ha reaccionado con indignación y recuerda a EEUU que sus intereses en esta zona del mundo, incluidas sus actuales misiones contra Irak y Afganistán, pasan por Turquía.
GARA |
El Gobierno turco reaccionó airado a la adopción por parte de la Comisión de Exteriores del Congreso de EEUU de una moción que reconoce el genocidio armenio y amenazó con consecuencias en las relaciones bilaterales, ya tocadas desde la invasión estadounidense de Irak .
El texto, adoptado por 27 votos contra 21 y pese a los llamamientos de última hora de la Administración Bush, debe aún ser enviado a la Cámara para su voto en sesión plenaria.
El presidente de Turquía, Abdulah Gul, tildó de «inaceptable» una moción cuya primera aprobación coincide con un repunte de la tensión entre Washington y Ankara por los planes turcos de perpetrar una incursión en territorio de Kurdistán Sur (actualmente en Irak).
La invasión estadounidense del país musulmán de Irak generó una ola de protestas en Turquía, cuyo Parlamento negó la autorización al Pentágono para dejar pasar a sus tropas por la Península de Anatolia y penetrar por la frontera norte iraquí.
Washington no olvidó el desaire de uno de sus principales aliados en la zona, lo que ha coincidido con el establecimiento de relaciones privilegiadas, interesadamente desde ambas partes, con los dirigentes de Kurdistán Sur.
El gubernamental AKP asumió el papel más agresivo y su vicepresidente, Egemen Bagis, de visita en Washington para presionar contra esta votación, llegó a amenazar con retirar a EEUU el derecho a usar la estratégica base de Incirlik.
Esta base es vital para las misiones estadounidenses en Irak y Afganistán, ya que por ella pasa el 70% del avituallamiento aéreo, un tercio del carburante y la práctica totalidad de los blindados del Ejército de EEUU.
El Gobierno de Recep Tayip Erdogan eligió un tono menos duro y mostró su esperanza en que la resolución termine no siendo votada en la Cámara de Representantes. Lo contrario «pondría en peligro una alianza estratégica», aseguró el Ejecutivo, que reiteró como «inaceptable que la nación turca sea acusada de un crimen que nunca ha cometido en toda su historia».
La prensa turca no ahorró calificativos al debate en EEUU. «27 imbéciles» titulaba «Vatan» refiriéndose a los congresistas que votaron a favor del texto.
Críticas internas
El Departamento de Estado de EEUU mostró su «decepción» y se apresuró a tratar de tranquilizar a Ankara. El propio Bush insiste estos días en dar preeminencia a las decisivas relaciones bilaterales sobre aquellos «trágicos sufrimientos».
El presidente de Armenia, Robert Kotcharian, saludó la adopción del texto y recordó que «el hecho de que Turquía no lo reconozca (el genocidio armenio) no le da carta blanca para obligar a otros países a negar también la verdad histórica».
El hijo de Hrant Dink, intelectual armenio muerto en atentado, y un compañero del diario bilingüe «Argos», han sido condenados a un año de cárcel por publicar una entrevista «que insulta a la identidad turca».
Las masacres y deportaciones de armenios entre 1915 y 1917 en los estertores del imperio otomano causaron más de millón y medio de muertos, según los armenios, y entre 250.000 y 500.000 según Turquía.
Los enfrentamientos habían comenzado ya a finales del siglo XIX, dejando un saldo de 200.000 muertos entre 1984 y 1909, según fuentes armenias.
En octubre de 1914, el imperio otomano entra en la Primera Guerra Mundial al lado de Alemania y del Imperio Austrohúngaro. El 24 de abril de 1915, miles de armenios son detenidos, El 26 de mayo, una ley especial autoriza las deportaciones «por razones de seguridad nacional». La población armenia de Anatolia y Cilicia, que vivía allí desde hace 4.000 años y presentada como el «enemigo exterior», sufre deportación forzosa a través de los desiertos de Mesopotamia. Muchos de ellos mueren en el camino o en los campos.
Turquía reconoce que se perpetraron masacres pero asegura que se trató de represión contra una población que colaboraba con el enemigo ruso en la guerra e insiste en que decenas de miles de turcos fueron a su vez masacrados por armenios.
3,2 millones de armenios viven en la actual Armenia y otros cuatro millones viven en la diáspora (Rusia, EEUU, Canadá, Estado francés y Oriente Medio).