Frank Oz, la genialidad del eterno «segundón»
Doblador de altura, el perfil de Frank Oz siempre ha estado vinculado a un tipo de personaje atolondrado dotado de una interesante vis cómica, aspecto que también ha desarrollado a la hora de dirigir. Pero no todo en su trayectoria ha sido sencillo. Con cintas algo fallidas en su haber y con la etiqueta de «marionetista», ha tenido que vérselas con el lado más complicado de la industria
Frank Oz, inglés de nacimiento y norteamericano de adopción, es para muchos una «voz de culto». Quién hubiera dicho que una «convención de marionetistas» marcaría su futuro... Allí, entre algo más que muñecos, conoció a Jim Henson quien, casualidades de la vida, en aquel momento necesitaba a alguien que sustituyera a su esposa embarazada. Por aquel entonces, Frank aún estudiaba en el instituto y sus padres no se lo permitieron. Pero una vez graduado, con tan sólo diecinueve años, se trasladó a Nueva York y comenzó a dar voz a personajes como Animal o la cerdita Peggy en «The Muppets show»(«Los Teleñecos»). Después llegaría «Barrio Sésamo» y su voz combinó la locuela torpeza de Coco y Supercoco con la voracidad bestial del monstruo de las galletas, Tricky. El tándem formado por Jim Henson y Frank Oz funcionó a las mil maravillas, tanto es así que juntos dieron vida a una pareja inolvidable de la televisión; Henson era Epi y Oz, Blas. Otra de las figuras que indirectamente le dio a conocer fue Yoda, el peculiar y adorable maestro yedi de la saga de «La guerra de las galaxias». Doblador de altura, su perfil siempre ha estado vinculado a un tipo de personaje atolondrado dotado de una interesante vis cómica, aspecto que también ha desarrollado a la hora de dirigir. Su carrera como director de cine, además de permitirle rodearse de astros como Jack Nicholson, Nicole Kidman o el mismísimo Marlon Brando, nos ha dado la oportunidad como espectadores de descubrir una nueva faceta del de Hereford. Pero no todo en su trayectoria ha sido sencillo. Con cintas algo fallidas en su haber y con la etiqueta de «marionetista» a sus espaldas, ha tenido que vérselas con el lado más complicado de la industria. Durante el rodaje de «The Score», su relación con Brando no fue precisamente idílica. El actor no aceptada estar bajo su mando y le llego a decir que «no le iba a meter una mano en el culo para hacerle a hablar» (como a sus marionetas). Brando, que según Oz cobraba un millón de dólares por semana, a pesar de su status de estrella fue obligado por los productores a seguir las órdenes de Oz. Las vueltas que ha dado la vida de este eterno secundario. Primero junto a Henson y más tarde a la sombra de John Landis, ahora, tras películas como «La tienda de los horrores» o «In out», nos presenta una desternillante comedia a la inglesa: «Un funeral de muerte». No apta para almas sensibles.
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