Bayona recrea los miedos de la niñez en «El orfanato»
«El orfanato» está siendo la película revelación de 2007, desde que su realizador Juan Antonio Bayona fuera sacado a hombros por Guillermo del Toro en el Festival de Cannes. Tras conocerse, incluso antes de su estreno, la compra de los derechos para la realización de un «remake» en Hollywood, la carrera hacia los Oscar empieza a vislumbrarse como algo factible y al alcance de la mano. Belén Rueda puede ser la gran favorecida de este ambiente tan propicio.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Todas las miradas están puestas en el debutante Juan Antonio Bayona, al que le ha venido muy bien darse a conocer de la mano de Guillermo del Toro, como el mejor de los padrinos posibles. Sin embargo, no todo han sido ventajas bajo dicho mecenazgo, porque la proximidad entre los dos cineastas ha disparado las comparaciones entre «El laberinto del fauno» y «El orfanato». Ambos mantienen una buena relación desde que el mexicano presentó «Cronos» en el Festival de Sitges, así que estaban condenados a entenderse y a trabajar juntos algún día.
También comparten al mismo guionista, ya que Sergio G. Sánchez ha escrito la que será la entrega final de la trilogía fantástica de Del Toro sobre la Guerra del 36. Pero, en contra de lo que el ritmo de estrenos pudiera hacer pensar, la preproducción de «El laberinto del fauno» no es anterior a la de «El orfanato», y los dos proyectos tuvieron un desarrollo en paralelo, con lo que el éxito del título que primero llegó a las carteleras no ha condicionado en absoluto el acabado de la película de Bayona, tanto o más exitosa que su precedente.
La fulgurante carrera de «El orfanato» comenzó en el Festival de Cannes, donde fue la realización más ovacionada dentro de la Semana de la Crítica. Ni la veterana actriz Geraldine Chaplin, que en la película interpreta a una médium, recordaba tantos y emocionados aplausos para una ópera prima. Fueron más de diez minutos ininterrumpidos de aplausos, con el público puesto en pie, que a Bayona se le debieron hacer eternos. Ante semejante aclamación, Del Toro tuvo la genial intuición de sacar a su patrocinado a hombros, creando un momento mágico para la historia del cine. Las críticas fueron tan buenas que el lanzamiento internacional estaba más que asegurado. La posterior presentación en el Festival de Toronto no ha hecho más que confirmar esas expectativas, cuyo colofón ha sido la compra por parte de Hollywood de los derechos para la realización del consabido remake destinado al mercado anglosajón. A estas alturas nadie duda de que el destino de Bayona está al otro lado del océano, aunque de ello dependerá en gran medida el impacto que «El orfanato» tenga en los Oscar, premios a los que podría aspirar en las categorías de Mejor Película de Habla No Inglesa y de Mejor Actriz.
El de Bayona es un caso singular, por tratarse de uno de esos raros y escasos talentos cinematográficos a los que se les ve su dominio del medio en todo lo que hacen. Basta con acceder a través de internet a cualquiera de sus videoclips para darse cuenta de su especial instinto visual, sobre todo en los que hizo para el grupo gitano Camela, demostrativos de su pasión por el cine de género. Es por ello que cuando ha realizado su primer largometraje ha sorprendido, en el interior y en el exterior, por una forma de dirigir inspirada en el mejor fantástico norteamericano. Si la han comparado con «Suspense», de Jack Clayton, con «Amenaza en la sombra», de Nicolas Roeg, con «The Haunting», de Robert Wise, o con «Poltergeist», de Tobe Hooper, no es por casualidad. La singularidad que tanto ha llamado la atención surge del cruce de tales influencias con las propias, concentradas en torno a la obra maestra de Víctor Erice «El espíritu de la colmena».
Ahora bien, toda esa corriente cinematográfica se nutre de referencias literarias previas a la hora de desarrollar el material argumental. Las dos principales serían «Peter Pan», de J.M. Barrie, y «Otra vuelta de tuerca», de Henry James. En este aspecto ha sido muy importante la caracterización de la actriz Belén Rueda, planteada a modo de reverso oscuro del personaje de Wendy. El resultado no ha podido ser más impactante, dado lo sobrecogedora que llega a ser la imagen de la protagonista, capaz de arrastrar por sí misma al espectador a un universo fantasmagórico hecho de miedos infantiles. Y en esa dimensión de pesadilla la presencia del niño encapuchado, con ropa interior remendada y botones en lugar de ojos, se ha convertido ya en un poderoso icono.
Nadie duda que el destino de Bayona está al otro lado del océano, aunque ello dependerá en gran medida del impacto que el film tenga en los Oscar, a los que podría aspirar en las categorías de Mejor Película de Habla No Inglesa y Mejor Actriz.
La caracterización de Belén Rueda, planteada como reverso oscuro de la Wendy de «Peter Pan», es capaz de arrastrar por sí misma al espectador a un universo fantasmagórico hecho de miedos infantiles.