Josu Imanol Unanue Astoreka Activista social
12 de octubre
La fecha recuerda el empobrecimiento de todo un continente y el sufrimiento generalizado que prosigue aún hoy
Dicen que fue Ramiro de Maeztu quien escribió por primera vez sobre el 12 de octubre como Día de la Hispanidad, allá por 1931, pero tengo claro que posteriormente y de manera reiterativa son los nacionalistas españoles los que reivindican para sí el «Día de la Raza», el de la Conquista, del encuentro entre dos mundos (versión light y de tintes progresistas) o lo que sea, es decir, el día del inicio del genocidio indígena americano, genocidio oficial aún no aceptado, pero que requiere atención y estudio por nuestra parte.
Por más que se pretenda camuflar, la fecha recuerda de manera oficial que ciertos señores comenzaron a apropiarse de los bienes ajenos en tierras lejanas, que fueron impulsores de actitudes bien calculadas y potenciadas desde el continente dominante, aun sabiendo que para ello deberían exterminar a los que allí vivían.
Está claro que la fecha nos debe recordar las miles de culturas y millones de indígenas extintos en nombre de una patria llamada España y la colaboración de una religión, la cristiana, que luego serviría para el desembarco de otros procedentes de otras latitudes y que siguieron repitiendo los comportamientos.
En definitiva, la fecha recuerda el empobrecimiento de todo un continente y el sufrimiento generalizado que prosigue aún hoy. No seamos incautos. Pese a haber pasado cientos de años, seguimos tratando con desprecio la diversidad y viendo con preocupación que los amerindios recla- men su espacio. Aún recuerdo las burlas y ofensas a Evo Morales sólo por su origen y su jersey. ¿Se puede ser más incapaz mentalmente cuando expresan con semejante bajeza las descalificaciones a la voluntad popular?
Los que llevamos años intentando saber de dónde viene nuestro desconocimiento sobre los diferentes pueblos y culturas deberíamos preocuparnos por la escasa formación recibida y la manipulación que sufrimos, a saber, que allí poco se ha de celebrar, salvo la rabia de verse expoliados aún hoy día y sufrir las consecuencias de la aculturización y el empobrecimiento.
También es más lamentable, si cabe, la manipulación que todos hemos sufrido año tras año. Aún recuerdo que los libros de Historia de mi época no citan nada sobre el continente, salvo cuando los «conquistadores» llegaron. Después «la maldad y brutalidad de los indios» al defenderse y la salvación que ofrecieron criminales como Pizarro, Agirre, Cabeza de Vaca, Orellana, etc. Posteriormente la emancipación y la lucha por la independencia vista como un despropósito.
Pero la realidad es bien distinta. El continente estuvo habitado desde hace miles de años y, si por reclamar fuera, tendrían mas derechos vikingos, chinos o africanos que quienes insisten en celebrar con pompa y boato esta fecha nefasta, citando la grandeza de su «nación» y las monarquías arrogantes que no dudaron en aquellas fechas en expulsar a árabes, judíos o a quien incomodara de sus tierras. Esto tampoco se cita ni se pretende reparar.
Por todo ello, y viendo sólo la actitud que tienen aún hoy los gobernantes del Estado monárquico, me alegra saber que muchos resistimos a la dinámica de seguir la corriente y, aunque insistan en bendecir y tributar honores a la gran patria, saben que les queda lo que al helado en día de verano, que lo tragamos por necesidad o se derrite Estoy convencido de que la historia, cabezona, se repetirá, habrá nuevos pueblos y culturas que se emanciparán del opresor, entre ellos el nuestro, y nos recordarán como indígenas que quisieron escribir su propia historia. Como dijo el generoso comunista-monárquico Llamazares, «no derramaremos ni una lágrima por ellos».