El primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, tendió ayer la mano al presidente y líder de al Fatah Mahmud Abbas. El dirigente de Hamas afirmó que el control sobre Gaza es «temporal» y que, tras el fin del Ramadán, comenzará una ronda de conversaciones con al Fatah en un país árabe que no especificó.

Los llamamientos al diálogo por parte del movimiento islamista se han multiplicado en los últimos meses, particularmente difíciles para este territorio palestino. Desde que Hamas asumió el poder, está sometido a un férreo embargo internacional y vive bajo la constante amenaza de una incursión sionista a gran escala, más aún, después de que Israel lo declarara «entidad hostil».

El portavoz de Hamas, Taher al-Nunu, incidió en que tanto el movimiento islámico como el Gobierno «tienen voluntad sincera de alcanzar un diálogo». Preguntado sobre si estarían dispuesto a volver a la situación anterior a junio, manifestó que están «abiertos al debate».

No obstante, Abbas rechazó cualquier tipo de diálogo con Hamas mientras que «éste no dé marcha atrás y renuncie al poder adquirido tras el golpe» de mediados de junio.

En una entrevista televisada antes de la declaración de Haniyeh, el presidente palestino sostuvo que «Hamas no nos está tendiendo un ramo de olivo. Quiere negociar sobre la base del alzamiento. Nosotros le decimos que sólo después de que renuncie al poder estaremos dispuestos a negociar».

El dirigente de al Fatah Nabil Chaath aseguró que «de momento, no hay ninguna fecha ni nada previsto». Washington e Israel se oponen a cualquier acercamiento entre ambas formaciones que, de materializarse podría hacer peligrar la cumbre internacional que la Casa Blanca ha organizado para noviembre en suelo estadounidense.

Nueva incursión en Gaza

Por otra parte, siete palestinos resultaron heridos en diferentes operaciones israelíes en Gaza. Una veintena de tanques y vehículos armados, acompañados por helicópteros, penetraron en el este del campo de refugiados de al-Mughazi, en la zona central. En el norte, según relataron varios residentes, las tropas, apoyadas con tanques, blindados y excavadoras, destrozaron granjas y cortaron árboles. En Cisjordania, mataron a un líder local de las Brigadas de al-Aqsa.