El 16 de diciembre de 1899 nació una estrella en Lombardia. Los ingleses Alfred Edwards y Herbert Kaplin fundaron el A.C. Milan. Desde sus comienzos, el rossonero se mostró como uno de los grandes dominadores del fútbol transalpino. Así, dos años después de su nacimiento, los milanistas se hicieron con su primer título nacional. Victoria que se repitió en 1906 y 1907.

Coincidiendo con la fundación del Inter, en 1909, los primeros tiempos de vino y rosas para el Milan se fueron apagando. Tanto, que hasta volver a lograr un campeonato, el equipo rojinegro tuvo que esperar más de cuatro décadas. Además, durante el régimen fascista de Mussollini, con Il Duce en el poder, el equipo tuvo que italianizar su nombre y cambiarlo por el de Milano. Una situación idéntica a vivida por el Athletic en el franquismo.

En la posguerra, el Milan vivió un renacer de la mano de dos suecos: Nils Liedholm y Gunnar Nordhal. Junto a ellos, un joven Cesare Maldini comenzaba a destacar en la defensa milanista. Durante los cincuenta los transalpinos se enfrentaron al Athletic en la final de la Copa Latina de 1957. Dicha competición fue considerada como el embrión de la Copa de Europa.

Los sesenta fueron aún mejores, el Milan se alzó con la `orejona' en Wembley frente al Benfica de Eusebio y repitió el éxito en 1969 ante el Ajax. En los setenta, con Rivera, Benetti, Capello, Albertosi o Aldo Madera instalaron al equipo en la elite. El futuro, con jóvenes como Baresi, era esperanzador pero todo quedó truncado con el `escándalo Totonero'. Un affaire relacionado con la compra de árbitros y que le obligó a descender.

Crecimiento con Berlusconi

Los ochenta comenzaban de la manera más negra posible y pocos esperaban el renacer del equipo pocos años después. En 1986, el magnate televisivo Silvio Berlusconi compró el equipo. El nuevo propietario invirtió en el Milan con la intención de reforzarlo convenientemente.

Así, sus primeras decisiones fueron incorporar a dos de las grandes estrellas del panorama internacional, los holandeses Ruud Gullit y Marco Van Basten. Con la potencia, verticalidad y dinamismo del de Surinam y la calidad, clase y elegancia del `cisne de Utrecht', los rossoneros se alzaban con el Scudetto de 1987. Lo hacían de la mano de un técnico llamado Arrigo Sacchi, enamorado del concepto defensivo zonal. Para el cual, otorgó el bastón de mando a Franco Baresi y depositó toda su confianza en un imberbe¯y estelar¯ Paolo Maldini. La apuesta no pudo ser mejor, con ella se iniciaba un prolongado reinado que llega hasta hoy. Asimismo, instaló a un todoterreno magnífico como Rijkaard en la media.

Tras los campeonatos domésticos llegaron las Copas de Europa, con apabullantes victorias como la lograda ante el Steaua, y el reconocimiento internacional. Pero, en 1991, durante la disputa de un partido en Marsella estalló la primera crisis, ya que tras un apagón, el Milan se negó a volver al campo y fue sancionado con un año fuera de las competiciones europeas.

Su regreso, con Papin en plantilla, tampoco fue bueno. Comandados por Capello, los milanistas perdieron la final de la primera Champions en Munich, frente al propio Marsella, en el último partido oficial del excelso Van Basten. Un año después llegó el desquite, con cambio de ciclo y Savicevic y Desailly con foráneos, los rossoneros aplastaron al Barcelona. Aquella derrota acabó con el Dream Team, con denominación de origen vasca, entrenado por Cruyff y diseñado por Clemente.

A pesar de ello, los 90 fueron convulsos, y el `Baby Ajax' de Van Gaal interrumpió la época dorada del Milan. Con esta derrota llegó una enorme crisis. Y es que a pesar de contratar con superestrellas como Baggio o Weah, los italianos no pudieron levantar cabeza.

Los atisbos de mejora llegaron con Alberto Zaccheroni y se confirmaron con un ex jugador de los ochenta: Carlo Ancelotti. El antiguo defensa del equipo de Sacchi condujo a los rojinegros a la final de la Champions en 2003. En Old Trafford, y frente a una Juve sin el Balón de Oro Nedved, Dida se erigió en el gran protagonista en la tanda de penaltis.

Dos años después llegó la gran decepción. Fue en Atenas y tras ir ganando 3 a 0 al descanso, el Liverpool remontó y Shevchenko falló el lanzamiento decisivo. Una situación de la que la escuadra de Ancelotti se redimió hace cinco meses al vencer a los reds en Estambul. Dos dianas del `cazagoles' más representativo de los últimos años, Pippo Inzaghi, daban el título al Milan y le consagraba como el mejor equipo de las dos últimas décadas. Hoy, los rossoneros retornarán a San Mamés con Nesta, Maldini, Emerson o Gilardino en sus filas.