Afganistán se suma al rechazo a las empresas privadas de mercenarios
Kabul ha cerrado ya dos empresas de seguridad privada y ha anunciado la clausura de otras diez. Las autoridades les acusan de intimidar a la ciudadanía, de posesión ilegal de armas, de no cooperar con las autoridades locales, entre otras cosas. De los 10.000 guardias privados que hay en la capital afgana, el Ministerio de Interior no controla más que a una minúscula parte. «No queremos este tipo de empresas», afirmó el general de Policía Ali Sha Paktiawal.
GARA |
Tras lo ocurrido en Irak con la empresa de seguridad privada estadounidense Blackwater, que acabó con la vida de al menos una veintena de civiles, el Gobierno afgano informó del cierre esta semana de las compañías Wathan y Caps, en cuyas sedes, según el general de Policía Ali Shah Paktiawal, se encontraron más de 80 armas ilegales. Añadió que, la próxima semana, más de diez firmas, entre ellas occidentales, serán clausuradas.
«Hay algunas cuyos permisos de trabajo han expirado y otras que tienen armas ilegales. No queremos este tipo de empresas de seguridad en Afganistán, no importa si son nacionales o internacionales», subrayó.
Además de estar en posesión de armamento ilegal, las autoridades denunciaron la implicación de este tipo de entidades en robos, secuestros y muertes.
El ministro de Interior explicó que, actualmente, hay un total de 59 compañías afganas e internacionales registradas, mientras que fuentes occidentales indican que 25 más podrían estar trabajando en el país.
En declaraciones a la cadena al-Jazeera, un portavoz del Ministerio denunció que «están contribuyendo a la inestabilidad» de Afganistán.
«Aquellas que operan ilegalmente y no tienen permiso, en vez de ayudar, no hacen más que crearnos problemas», resaltó Zemarai Bashary.
La falta de responsabilidad de sus agentes, los actos de intimidación a la ciudadanía, la falta de respeto a las fuerzas policiales locales y la no cooperación con las autoridades son las principales reclamaciones de las autoridades. Así consta en el borrador que el Gobierno está debatiendo para regular la actividad de estas empresas que, entre otras cuestiones, se niegan a identificar sus vehículos, alegando motivos de seguridad.
A este respecto, el empresario Hamis MacDonald advirtió que esta condición de anonimato «les otorga también inmunidad». De acuerdo con fuentes occidentales, se estima que hasta 10.000 guardias de seguridad privada operan en Kabul. El Ministerio de Interior, responsable de la Policía y de la Seguridad Interior, tan sólo tiene una leve idea de quiénes son algunos de estos agentes. El Ejército estadounidense, por ejemplo, emplea a cerca de 29.000 contratistas privados en Afganistán.
La impunidad de estas compañías saltó a primera página cuando el 16 de setiembre, una veintena de iraquíes murieron en Bagdad por disparos realizados por mercenarios de Blackwater que custodiaban un convoy de la Embajada de EEUU.
Precisamente, familiares de las víctimas han interpuesto ante un Tribunal de Distrito de Washington una demanda contra la compañía por violar las leyes federales y «fomentar una cultura de anarquía legal entre sus empleados, impulsando que actuaran en beneficio de los intereses financieros de la compañía a costa de vidas humanas inocentes», señala la demanda. Bagdad pedirá a Blackwater el pago de sendas indemnizaciones de ocho millones de dólares.
El líder talibán, el mulá Omar, hizo un llamamiento a los países vecinos de Afganistán a que ayuden a los milicianos a expulsar al Gobierno del presidente Hamid Karzai y a las fuerzas extranjeras. En un comunicado publicado en internet, subrayó que «los vecinos deben ayudar a los afganos a conducir a las fuerzas occidentales fuera de Afganistán como les ayudaron durante la invasión de la Unión Soviética». «Deben entender que ellos -las fuerzas extranjeras- son un peligro para toda la región», resaltó. Asimismo, en una llamada a al- Jazeera, Omar apeló a la desobediencia civil para derrocar al Gobierno. Esta llamada, según señaló el canal árabe, estaba incluida en uno de los tres mensajes que el mulá envió al corresponsal de la cadena en Afganistán con motivo de la festividad del Aid al-Fitr, que marca el fin del mes de ramadán. «La desobediencia civil y abstenerse de trabajar con este Gobierno agente de occidente es neceasario para derrocado», incidió.
En un segundo mensaje, el también creador del Consejo de Líderes Talibanes abogó por aumentar las acciones para expulsar de Afganistán a la «ocupación extranjera».
Coincidiendo con este llamamiento, el Parlamento alemán aprobó por amplia mayoría prolongar durante un año más dos de sus misiones en Afganistán. Con los votos de la coalición gubernamental y el respaldo de los liberales del FDP, en la oposición, el Bundestag dio luz verde a la permanencia de seis aviones de reconocimiento y de 3.5000 soldados. El ministro de Defensa, Franz Josef, dijo que el camino emprendido por Alemania es el «correcto».