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CRÓNICA Incidentes tras intervenir la ertzaintza

Los fascistas no llegaron al centro, que ardía en protesta por su presencia

onostia vivió ayer una auténtica batalla campal. Autobuses cruzados, contenedores ardiendo, cajeros atacados, piedras y botellas contra la Ertzaintza, cargas policiales... Los fascistas desistieron. «Con el Ejército volveremos», dijo uno en Garbera. Quizás así tengan una oportunidad para llegar al centro. D

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Las ideas fascistas no tienen cabida en Euskal Herria. Así se lo hicieron saber centenares de personas que se dieron cita ayer en Donostia con un único objetivo: no dejarles entrar a aquellos tenían previsto manifestarse en la capital guipuzcoana.

«Ni se os quiere, ni se os necesita». Ése era uno de los lemas expuesto en el Boulevard donostiarra. Lema que, por cierto, ni un solo falangista pudo leer ya que desistieron en su intento de manifestarse, argumentando que no querían realizar su acto «a escondidas».

Pero a escondidas tuvieron que hacerlo, y no en el centro de la ciudad como pretendían, sino que en la parte trasera de Garbera. Un centro comercial alejado de la ciudad y totalmente vacío fue el escenario improvisado de Ynestrillas y compañía.

Los fascistas no escondieron su enfado cuando fueron retenidos en la A-8, en el peaje Zarautz, y custodiados por la Ertzaintza durante todo el tra- yecto. Uno de ellos, ya en Garbera, llegó a gritar a los medios de comunicación allí congregados: «¡Con el Ejército volveremos!». Con los militares tendrá que ser, por lo que ayer pudo comprobarse en la capital gupizcoana.

Alfombra roja de la Ertzaintza

Con anterioridad, numerosos agentes de la Ertzaintza intentaron por todos los medios limpiar las calles del Boulevard y poner una alfombra roja a los falangistas. No lo conseguieron. Cientos de personas, jóvenes y mayores, mostraron su rechazo tanto a la cita falangista como a la colaboración policial.

Contenedores ardiendo, autobuses cruzados, cajeros atacados, sirenas y cargas policiales y olor a humo. Una foto que se repetía en una calle sí y otra también en gran parte de la ciudad. Desde Amara hasta Gros, pasando por el centro.

Sobre las 16.15, numerosas patrullas de la Ertzaintza ya habían tomado la Parte Vieja. Los agentes de la Brigada Móvil, los beltzas, no tardaron en bajar de las furgonetas y proceder a barrer toda la zona. Los agentes formaron una gran fila como todo el ancho del Boulevard, y en su trayecto fue acordonando todas sus entradas y salidas, a la vez que expulsaba a la fuerza a todos los allí reunidos. Más de dos mil personas fueron desalojadas en un santiamén para intentar dejar paso a los falangistas y sus consignas.

A las 16.30 el Boulevard donostiarra se convirtió en una zona fantasma. Establecimientos totalmente cerrados y ni una sola alma por la calle. Parecía el escenario perfecto para la llegada de los fascistas y para el desarrollo «normal» de su movilización con motivo del 12-O.

Pero la calma apenas duró. Las cientos de personas expulsadas de la Parte Vieja se enfrentaron a la Policía autonómica, convirtiendo Donostia en el escenario de una batalla campal.

Los gritos a favor de la independencia y otros como «espainola ez ikurrina bai!» o «independentzia!» no cesaron en ninguna de las bocacalles que llegan al Boulevard. Tampoco las consignas dirigidas a la Ertzaintza como «zuek ere txakurrak zarete», «PNV español» o «alde hemendik, utzi bakean!».

La presencia de la Policía no consiguió amedrentar a toda la gente que pretendía demostrar a los fascistas que no son bienvenidos en este país. Las cargas policiales no fueron suficientes para que cesaran los incidentes, que se prolongaron durante horas y se extendieron a zonas incluso más lejanas.

Según fuentes del Departamento de Interior de Lakua, los manifestantes atacaron hasta seis sucursales bancarias.

También cruzaron y prendieron fuego a numerosos contenedores. Según las agencias, fueron más más de veinte los atacados en la Avenida de La Libertad. Aquello obligó a cortar todo el tráfico rodado del centro de la ciudad ante la gran cantidad de cristales desperdigados por el suelo.

Pero parece ser que todos los saboteadores no eran los antifascistas. Un vecino de la calle Bergara hizo saber a GARA que los contenedores incendiados en esa calle fueron atacados, entre otros, por agentes policiales. Según explicó, «eran varios chavales y tres personas de cierta edad». Tras el ataque, «los jóvenes se han ido y se han quedado los otros tres. Uno de ellos ha entrado en un portal con un teléfono, y cuando los vecinos le han pedido explicaciones, éste les ha enseñado una placa. `Soy policía y tengo que llamar por teléfono', ha dicho».

Mientras, la Policía se afanaba en sus cargas contra la multitud, identificando y deteniendo a un número indeterminado de personas. Fuentes de la Ertzaintza indicaron que eran dos las personas detenidas en el transcurso de los altercados, pero testigos presenciales afirmaron a este diario que el número podía ascender hasta la decena.

Desde el Hospital Donostia también informaron de que eran «tres o cuatro ciudadanos» los que acudieron al servicio de Urgencias para ser atendidos.

Mientras todo esto ocurría en la capital guipuzcoana, a 20 kilómetros de allí, en el peaje de Zarautz, eran retenidos los seis autobuses que portaban a los falangistas. Tras tenerlos allí, quietos, durante alrededor de hora y media, la Policía de Balza optó por llevárselos a Garbera. Eso sí, custodiados en todo momento por la Ertzaintza.

Una vez allí, con banderas rojigualdas en mano y una pancarta que rezaba «Adelante por España», los falangistas, con Ricardo Sáenz de Ynestrillas a la cabeza, anunciaron que no harían la manifestación en el centro de Donostia para «no sentir la vergüenza y el deshonor de hacer un acto a escondidas».

Tras gritar perlas como «euskal presoak cámara de gas» o «Falange armada, ETA acabada» y cantar su habitual «Cara al sol», los fascistas se fueron a su país como vinieron: escoltados por la Ertzaintza.

Festival antifascista

Antes de que se produjera todo ello, hacia las tres de la tarde, el Boulevard se convirtió en un encuentro antifascista. Cientos de ikurriñas recordaban a los falangistas que éste no es su país.

Un concierto de Deskontrol inició la fiesta organizada por numerosos agentes donostiarras que tenía como fin «hacer frente a los fascistas» y, a la vez, defender a Euskal Herria.

Un homenaje recordó a todos los vascos que han fallecido en manos de los fascistas, y como botón de muestra recordaron las figuras de Alberto Ioldi, Josu Muguruza y Aitor Zabaleta. Numerosas personas se reunieron en el festival, donde ya se mascaba la tensión de lo que podía ocurrir horas después.

Oihana LLORENTE

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