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IBILIZ IBILI | Josu GRANJA

Peregaña Mirando a Sálvada y al pasado

Peregaña es una de esas cumbres modestas pero de obligada visita. No buscaremos aquí retos deportivos por desnivel o dificultad, su riqueza es otra bien distinta. A esta cumbre centenaria, que pasa desapercibida en el paisaje de Aiara, hemos de acudir sin prisas, con la calma necesaria para mantener despiertos los sentidos. Porque una vez allí abriremos dos ventanas: una, en el espacio, que brinda un espléndido paisaje por ser el mejor mirador de sierra Sálvada y todo su frente; y otra, más fascinante si cabe, en el tiempo, que mira al pasado y descubre el primitivo castro celta que se asentó en su cima, hace 3.000 años. Por último, merece la pena aprovechar nuestra excursión para visitar en Quejana el solar de la casa de los Ayala, con el conjunto medieval de la torre, palacio y monasterio.

Beotegi y el solar de Perea

Beotegi (350 m), a los pies de Peregaña, será nuestro punto de partida. Parece ser que el linaje de los Perea, uno de los cinco parientes mayores de la tierra de Aiara, se asentó en este lugar, donde se levantó el antiguo monasterio de Santo Tomás de Perea y la torre solariega, ya desaparecidos. El alto sobre Perea era, lógicamente, «Peregaña». Hemos de seguir la pista cementada que se dirige al Sur, pasando junto al cementerio y faldeando la vertiente. Ganamos metros y seguimos de frente hacia el Oeste, manteniendo a nuestra derecha una pieza de terreno despejado para el ganado. Por nuestra izquierda dejamos dos desvíos que no seguimos. Cruzamos una barrera de estacas y se acaba el cemento. Un poco más arriba doblamos a la izquierda por otra pista que, de nuevo, nos encamina al Sur. Tiene otro ramal que sube más, pero al final nos lleva al mismo sitio, ya que se trata de alcanzar un punto por el que salir a la espalda de Peregaña. Avanzamos por esta pista entre robles y pino silvestre, hasta una revuelta, casi a 500 m (0,40 h). En este lugar veremos una salida evidente a la loma superior, por la que avanzaremos hasta la cima. Se trata de una cuesta amplia y despejada, salpicada de encinas, por la que ascenderemos suavemente al Norte.

Por el Castro celta hasta la cumbre

Hemos de estar atentos, ya que a los 570 m de altitud aproximadamente cruzaremos lo que parece un suave escalón en el terreno, que corta todo lo ancho de la cuesta. Está muy disimulado entre encinas y vegetación, pero se trata de la primera barrera defensiva de aquel poblado fortificado. Otros amontonamientos de piedras sueltos por la zona delatan el emplazamiento de las cabañas de sus pobladores. Un poco más arriba, sobre los 600 m, cruzaremos la segunda barrera. Los cortados de la cumbre, que está ya próxima, hacían el resto de la labor defensiva. Al pasar por lugares como éste no podemos dejar de preguntarnos qué historias callarán estas piedras desde hace miles de años...

Llegamos al vértice y buzón de la cumbre (625 m 1h), con Beotegi justo debajo, y unas vistas extraordinarias sobre todo el frente de Sálvada, ya que estamos en uno de los mejores miradores de esta sierra. Para el descenso podemos desandar el camino que hemos traído en poco más de media hora. En la vertical de la cima, al Norte, un difuso sendero, sucio por la vegetación, es otra posibilidad, hasta salir a una pista que nos devuelve a Beotegi. También podemos coger esta pista bajando al oeste por la parte superior.

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