Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se reúnen desde ayer en Lisboa en una cumbre informal de dos días para tratar de superar los últimos obstáculos y cerrar el texto del nuevo tratado constitucional. Polonia amenazó con boicotear el encuentro si no se atienden sus exigencias relacionadas con el «compromiso de Ioannina» e Italia se mantuvo firme en su posición de rechazar el reparto de eurodiputados, ya que pierde la paridad que mantenía con el Estado francés y Gran Bretaña.

Sin amenazas o con ellas, los líderes europeos no fueron capaces ayer de alcanzar un acuerdo, según informó el ministro luso de Exteriores, Luis Amado.

«Quedan muy pocas cuestiones por resolver y nos estamos centrando en ellas», anunció Amado después de que los los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete abandonaran su primera reunión para cenar.

Pocas horas antes, sin embargo, el primer ministro portugués, José Sócrates, se mostró confiado en que la cumbre europea permita cerrar el nuevo tratado constitucional de la Unión. Insistió en la necesidad de alcanzar un compromiso «lo más rápidamente posible», porque consideró que influirá positivamente en el peso internacional de Europa y en las relacio- nes comunitarias.

En aras a solventar la oposición de Italia respecto al borrador del nuevo tratado, la Presidencia portuguesa de la UE propuso la concesión a Italia de un escaño adicional en el nuevo Parlamento Europeo, lo que le permitiría recuperar la paridad con Gran Bretaña (73) aunque no con el Estado francés (74).

Referéndum

Por otro lado, según un sondeo publicado ayer por el rotativo «Financial Times», la mayoría de los ciudadanos de Alemania (76%), Gran Bretaña (75%), Italia (72%), Estado español (65%) y Estado francés (63%) son partidarios de celebrar un referéndum sobre el nuevo tratado constitucional. El 38% de los entrevistados en los cinco estados creen que este tratado tendrá un impacto positivo en la UE, frente a un 23% -sobre todo británicos- que estima que será negativo.

Coincidiendo con la cumbre, ayer en la capital lusa se difundió un estudio que concluye que el 55% de los ciudadanos europeos se muestran reticentes a la entrada de Turquía en la UE porque dificultaría la toma de decisiones comunitarias.