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Maite SOROA

Histeria por unas fotos

El grado de degradación al que han llegado algunos en su afán de capitalizar la historia y modelarla a su gusto es tal que han cruzado las barreras del disparate. La exposición de Bernard -muy recomendable- ha levantado las iras de muchos que ni siquiera la han visto. El editorialista de «La Razón», por ejemplo.

Ayer aseguraba que «el Museo Guggenheim de Bilbao expone estos días una colección de fotografías que ha provocado una indignación totalmente justificada por parte de las víctimas de ETA. De hecho, asegurar que en esa muestra se equipara el dolor de los asesinados con el de los verdugos es ser demasiado generoso con su autor y con los responsables del museo. Basta con comparar al tratamiento que se da a la imagen de un etarra muerto (cuyo féretro es abrazado por un allegado que llora desconsoladamente) y a la del funeral por un guardia civil asesinado (presidida por la silueta de un uniformado que esgrime su arma y en la que no hay una sola muestra de dolor) para comprobar que incluso salen mejor parados los primeros que los segundos».

Tampoco atribuye esa circunstancia a la casualidad o calidad artística, «como lo hace sospechar el resto de instantáneas que completan la muestra. Si en su selección ha habido mala fe, la exposición es rotundamente rechazable. Y si no la ha habido, también, porque corresponde a los responsables de un museo tan importante (...) advertir de que este tipo de iniciativas no sólo son profundamente injustas con las víctimas, sino que proyectan una imagen del País Vasco que no se corresponde en modo alguno con la realidad». Lo que no se corresponde con la realidad de Euskal Herria es lo que publica «La Razón».

Pero lo que de verdad le molesta es lo que pueda pensar la gente: «El daño que pueden hacer exposiciones `culturales' como ésta no es anecdótico: al Guggenheim acuden diariamente miles de visitantes de todo el mundo, en muchos casos sin tener absolutamente ninguna noción de lo que es el `problema vasco'. Resumírselo con una colección de imágenes en las que los familiares de los terroristas lloran y las víctimas se muestran como un ejército de ocupación es una indignidad moral y una tropelía cívica». Lo del ejército de ocupación me parece interesante.

OLASO

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