Un acuerdo que oculta la crisis real de la UE
El nuevo tratado que han sellado en Lisboa los dirigentes de los países miembros de la Unión Europea tiene como primer objetivo superar la larga y profunda crisis en la que está inmersa Bruselas. El problema es que, a pesar de la imagen de unidad que transmite la firma de acuerdos como el de la capital lusa, no existe acuerdo real entre los miembros sobre la verdadera naturaleza de esa crisis.
Según la mayoría de los analistas, la crisis es de naturaleza institucional y tiene relación con el reparto de poder y la entrada de nuevos miembros. Dentro de las estructuras de la Unión se considera que la crisis es básicamente de eficacia, es decir, que el organismo no es capaz de desarrollar normalmente sus funciones entre otras cosas porque su estructura burocrática es demasiado extensa para poder ser efectiva. Sin embargo, desde los sectores más críticos con la entidad supraestatal se considera que los mayores problemas que afronta el proyecto europeo son la falta de legitimidad y de credibilidad. La UE no pasa de ser un consorcio de estados completamente ajeno a los intereses de los ciudadanos y los pueblos. Más allá de declaraciones retóricas, nadie cree que la Unión Europea pueda convertirse por este camino en un proyecto político integral.
Los límites del nuevo tratado demuestran que el debate consiste en un reparto de poder en el que los estados no tienen en consideración intereses que no les sean propios. Incluidos los de sus propios ciudadanos que, excepto en casos concretos, no podrán votar en referéndum los acuerdos adoptados. Asimismo, los estados cada vez gozan de más mecanismos para descafeinar estos acuerdos a través de cláusulas negociadas en las mismas conferencias. Por otro lado, los colectivos que desde posturas progresistas critican esa caracterización de la construcción europea tienen difícil generar alternativas, además de verse forzados a compartir espacio con todo tipo de grupos reaccionarios. En todo caso, cumplen una función importante en este momento, al señalar las verdaderas causas de la crisis.