La lactancia favorece el vínculo hacia el bebé y reduce el riesgo de obesidad
Ruth Lawrence, profesora de Pediatría, Obstetricia y Ginecología en la Universidad neoyorkina de Rochester, defendió ayer en su intervención en el III Simposio Internacional de Lactancia Materna, que se celebra en Bilbo, que «las madres lactantes pierden más peso que las no lactantes en los primeros seis meses», a partir de la segunda semana después del parto.
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Ruth Lawrence explicó que el aumento «dramático» del sobrepeso infantil y su morbilidad asociada tienen un impacto significativo en la salud y la economía, «lo que hace necesario la adopción de medidas preventivas amplias y contundentes». Así, la profesora norteamericana apuntó diversos aspectos de la lactancia relacionados con un menor riesgo de obesidad, como los factores de comportamiento, respuestas hormonales, elementos bioactivos de la leche humana, así como una menor ingesta de energía y proteínas.
Durante su intervención, Lawrence explicó la necesidad o no de que se den suplementos de vitamina D, hierro y ácidos grasos Omega a los bebés lactantes. Las fuentes de vitamina D para los niños son, según explicó, los depósitos prenatales, la exposición al sol y la contribución adicional de la leche humana. «Los depósitos de vitamina D de origen fetal pueden acabarse a las ocho semanas de vida si los depósitos maternos están bajos», subrayó.
Esta experta explicó la importancia de la vitamina D para la absorción del calcio y del fósforo, para la reabsorción del fósforo y para la mineralización ósea. Así, esta sustancia es importante a la hora de prevenir problemas de crecimiento como el raquitismo, una enfermedad que desapareció en los años 60 en la mayoría de países desarrollados gracias a la suplementación con vitamina D y a la fortificación de la leche de vaca.
La lactancia materna despierta en las madres una respuesta fisiológica que aumenta el nivel de oxitocina, una hormona que favorece la conducta materna, el apego y el vínculo hacia el bebé. Para expertos como Mónica Tesone, sicóloga y coordinadora de Enlaces Profesionales de La Liga Internacional de la Leche, este amor maternal fruto de la propia naturaleza humana es un factor clave a la hora de proteger al bebé de futuros maltratos. «Existen diversos trabajos científicos que lo demuestran», apuntó la sicóloga en su alocución durante el simposio.
Tal y como explicó, la lactancia materna es un factor protector hacia el niño en los casos en que la madre pudiera mostrar inclinaciones hacia el maltrato, el abuso o el abandono. Tesone mencionó un estudio llevado a cabo en Texas, donde se trabajó con 7.700 madres durante el periodo de lactancia y los 14 años posteriores, constatando la existencia de denuncias por maltrato en dichas familias.
Se reveló que en 500 casos se produjo alguna forma de maltrato hacia el niño y se observó que, en las madres que habían amamantado a sus hijos al menos cuatro meses, esa probabilidad de ser maltratado era menor. «Una de las conclusiones fue que cuanto más tiempo de lactancia, menor porcentaje de riesgo de maltrato, y viceversa. Así, era evidente que la duración de la lactancia materna está relacionada con la probabilidad de riesgo de maltrato», dijo.
El aumento de esa oxitocina, también llamada hormona del amor por algunos expertos, es la clave biológica y natural para que la madre vuelque todo su cariño en el recién nacido. Y en ese momento cobra gran importancia la primera hora del nacimiento, «un periodo sensible donde aumenta el nivel de la oxitocina, mejora el vínculo madre e hijo», apuntó la sicóloga. Muestra de ello es que, según explicó, el lenguaje entre ambos se hace más rico, la madre se vuelve más cariñosa, habla de forma positiva y centra su mirada en el bebé.