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Los palestinos de Narh al-Bared podrían ser expulsados de las escuelas-refugio

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Transcurrido más de un mes desde el final de los combates en el campo de Nahr el-Bared, la cólera aumenta entre los centenares de refugiados palestinos albergados desde hace cinco meses en escuelas del norte de Líbano, los padres de cuyos alumnos exigen su salida.

«Los padres están indignados. Algunos hablan incluso de acudir ellos mismos a expulsar a los refugiados», explica Anwar Kobaitri, responsable de ubicar a los refugiados en el centro escolar más grande de Baddaoui.

En las aulas, sólo la pizarra hace referencia a la enseñanza. Los pupitres fueron sustituidos por colchones y hornillos de gas para los aproximadamente 500 refugiados que han sido instalados allí en lugar de sus 1.300 alumnos.

El año escolar comenzó a principios de octubre, pero los «4.800 alumnos libaneses no han podido todavía iniciar sus clases en las ocho escuelas públicas de la ciudad de Baddaui», al norte de Líbano, afirma el presidente del comité de padres de alumnos de la ciudad, Hassan Akoumi. Estos mismos alumnos no pudieron acabar el año escolar 2006-2007 al tener que ceder sus aulas a los refugiados a finales de mayo.

Los 31.000 habitantes de Nahr al-Bared huyeron de los combates que estallaron el 20 de mayo entre el Ejército y Fatah a-Islam. La mayoría de ellos encontró refugio en la ciudad y el campo palestino de Baddaoui, cercanos al primero. A falta de alojamiento y medios, algunos se instalaron en las escuelas.

Pero la situación se perpetúa y la indignación de los padres es evidente. Han realizado dos manifestaciones y cortado la carretera principal que conduce a Siria para exigir la evacuación de los refugiados y la vuelta de sus hijos a clase.

El Gobierno promete su reubicación en Narh el-Bared. La vuelta comentó el 10 de octubre, pero la mayoría encontró sus casas destruidas y allanadas y gran parte del campo de refugiados fue convertido en polvo durante los combates, por eso no tienen a dónde ir. «Cuando llegamos aquí -recuerdan desde Baddaui- todo el mundo era muy acogedor y solidario, pero, con el tiempo, las relaciones se enfriaron» y se lamentan de que «llevamos la misma ropa desde hace cinco meses y nos morimos de hambre para alimentar a nuestros niños».

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