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Eguzki denuncia «la especulación y el urbanismo salvaje» ante la Sefanitro

El proyecto que contempla la construcción de 2.000 viviendas en los terrenos de la antigua fabrica química de Sefanitro es para la coordinadora ecologista una operación de «especulación» y criticó que en Lutxana pasarán del «humo que mata, al ladrillo que entierra».

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Eguzki realizó ayer una concentración frente a la antigua fábrica de Sefanitro para denunciar la operación urbanística de envergadura que se desarrollará en dicho solar. La coordinadora ecologista denunció «la especulación y el urbanismo salvaje» que supone la construcción de 2.000 viviendas en esos terrenos de Lutxana.

Alberto Frías tomó la palabra durante el acto y criticó que esta zona de Barakaldo pasará «del humo que mata, al ladrillo que entierra».

«El capitalismo salvaje disfrazado de sociedad del bienestar ha generado y sigue generando, irreparables desequilibrios ecológicos y sociales en Euskal Herria, pero si hay una piel agujereada por el pico de los buitres ésta es Ezkerraldea, y el mejor escaparate donde contemplar las obras del monstruo, Lutxana», aseguró.

En este sentido, recordando que en los mismos terrenos donde está previsto construir las viviendas había una fábrica química, el portavoz ecologista dijo que «del envenenamiento puro y duro de la tierra y de las mujeres y los hombres explotados en ella, del humo y el veneno del paisaje abatido por las chimeneas de CEPSA o Sefanitro, el capitalismo de uñas cuidadas pero igual de afiladas ha apostado por la especulación pura y dura, por la apropiación del territorio puesto en manos del urbanismo salvaje».

Frías criticó que la operación supone «un pelotazo urbanístico» y calificó las nuevas viviendas de «casa-ataúd con calavera en la ventana».

El portavoz de Eguzki responsabilizó a PNV y PSOE del proyecto y censuró que «cuando hablan de desarrollo sostenible y el derecho al acceso a una vivienda, sus amigos constructores ya han enchufado la hormigonera, sus amigos banqueros ya han diseñado los préstamos a 30 años y sus propios alcaldes ya han recalificado los terrenos. Más ladrillo, más cemento, más dinero».

Frías concluyó su alocución señalando que «cuando los apóstoles de la arcadia vasca prometida hablan del futuro mientras ponen en marcha la sucia maquinaria del negocio del ladrillo, los vecinos de Lutxana saben que lo hacen con un cadáver en la boca».

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