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PERFIL | Kurt Julius GOLDSTEIN

Luchador antifascista inagotable

Comunista y judío, Goldstein luchó en el bando republicano tras el alzamiento de Franco y después de la victoria fascista huyó al Estado francés, donde fue recluido en varios centros de internamiento. Sobrevivió a Auschwitz y tras la autoliberación del campo de Buchenwald, fijó su residencia en la RDA.

Ingo NIEBEL

Hoy, sábado, será enterrado Kurt Julius Goldstein, el brigadista internacionalista y antifascista alemán que en Gernika pidió que el pueblo vasco vea por fin reconocidos todos sus derechos.

La relación entre los alemanes y Gernika es un tema con unas características muy especiales, sobre todo cuando la Historia y la política están por medio. La mayoría de ellos han metido la pata. Uno de los pocos, por no decir el único, que en la Casa de Juntas y a la sombra del Árbol de Gernika, supo pronunciar las palabras adecuadas fue Kurt Julius Goldstein.

Con motivo del 70 aniversario de la destrucción de la villa, Goldstein fue invitado a asistir a los actos institucionales organizados por el Gobierno de Lakua y el Ayuntamiento de Gernika. Kurt Julius Goldstein, presidente de la asociación que agrupa a los brigadistas internacionales alemanes, llegó a la villa foral en calidad de presidente del Comité Internacional del Campo de Exterminio de Auschwitz, donde estuvo recluido treinta meses.

Aquel 26 de abril de 2007 fue el único ciudadano alemán que tuvo el honor de hablar en la Casa de Juntas de Gernika en un acto oficial de tal envergadura. A sus 92 años subió al estrado y, tras una breve intervención, concluyó su alocución deseando que «el pueblo vasco alcance, por fin, todos los derechos que tenía en tiempos de la II República». Los presentes agradecieron sus palabras con el aplauso más prolongado y más caluroso de la jornada.

El viaje a Gernika fue el último que realizó este eterno luchador antifascista. El 24 de setiembre su corazón dejó de latir para siempre. Estaba casado desde 1951 y tenía cinco hijos.

Nació en 1914 en Dortmund, en el seno de una familia de comerciantes cuyo padre era comunista y cuya madre tenía ascendencia judía.

En la escuela experimentó el antisemitismo creciente en Alemania y con sólo 18 años, en 1932, saltó a las páginas de los diarios que informaron de su expulsión del instituto por realizar «actividades comunistas». En 1928 se había unido a las Juventudes Comunistas y, con posterioridad, al Partido Comunista de Alemania.

Cuando los nazis se hicieron con el poder en la Alemania de 1933, Kurt Julius Goldstein sufrió una doble persecución, por comunista y por judío, lo que le obligó a tomar el camino del exilio, que le mantuvo alejado de su país durante casi una década.

En 1936, Goldstein se alistó en las Brigadas Internacionales y luchó con las armas en la mano contra el fascismo que se extendía por Europa en las filas del bando republicano en el Estado español. Tres años después huyó a través de la frontera con el Estado francés, donde fue recluido en los campos de internamiento de Gurs, Saint Cyprien y Le Vernet hasta 1942.

Ese año, tras la invasión nazi del Estado francés, las autoridades francesas lo deportaron a su país, pasando de los campos de internamiento galos al de exterminio de Auschwitz, en Polonia. Goldstein, apodado por las SS como el «rey de los judíos», sobrevivió a Auschwitz e integró una de las llamadas «marchas de la muerte» hacia Buchenwald, a donde llegaron sólo 500 de los 5.000 presos que iniciaron el viaje. Allí, en 1945, participó en el levantamiento que propició la autoliberación del cam- po de concentración.

Tras la guerra fijó su residencia en la República Democrática Alemana (RDA), donde llegó a ser director de una emisora pública de radio. Pese a la caída del socialismo, Goldstein no se rindió, no negó su pasado y mantuvo siempre su espíritu antifascista. Finalmente, incluso la Alemania occidental reconoció su labor concediéndole la Cruz Federal de Mérito de primera clase.

Otro alemán, el poeta Bertolt Brecht, que también prefirió vivir en la Alemania oriental antes que en la Alemania occidental, inmortalizó a los luchadores como Kurt Julius Goldstein al escribir que «quienes luchan toda la vida, ésos son los imprescindibles».

El difunto, cuyo cuerpo fue incinerado, descansará para siempre en el conocido Cementerio de los Socialistas, en Berlín.

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