Un grupo de ganaderos de Karrantza compareció ayer ante los medios de comunicación para mostrar su oposición a la reapertura del comedero de buitres de Ordunte, que se producirá en los próximos meses tras el acuerdo suscrito entre las diputaciones vizcaina y alavesa y la Junta de Castilla y León para tratar de resolver el problema generado por los ataques de estas aves necrófagas al ganado.

Para estos propietarios de reses, la decisión de abrir el polémico muladar, como reclaman ecologistas y otros ganaderos, representaría la desaparición de la ganadería extensiva en este valle, no sólo la de vacuno. No lo sufrirían tanto, precisaron, quienes mantienen explotaciones intensivas, donde los animales suelen estar permanentemente estabulados.

Estos afectados critican que los responsables forales de Agricultura no les hayan tenido en cuenta a la hora de adoptar tal decisión, que califican de «imposición». Argumentan que la agresividad de los buitres es posterior a la apertura hace 20 años del muladar de La Argañeda. Antes, recordó Pedro Mari Dehesa, «jamás existió ningún ataque» de estas aves, a pesar de que no existía este modo para facilitarles alimento.

Este ganadero, que tiene una explotación ecológica de ovejas, aseguró que en Bizkaia hay 70 parejas reproductoras de las que sólo 10 anidan en Karrantza, «porque este municipio no reúne las condiciones naturales para la reproducción de más parejas de buitres; las 60 restantes lo hacen en el parque natural de Gorbea y Urkiola». Por ello, no entienden por qué la diputada de Agricultura, la jeltzale Irene Pardo, no ha planteado fijar un muladar en ese entorno, el que consideran «natural» por la cantidad de parejas reproductoras.

La colonia más nutrida en las cercanías de Karrantza es la del Valle de Mena, en Burgos, donde se concentran, según los biólogos, 2.400 de las 6.000 parejas que hay en Castilla y León. En Araba se estima que hay otras 500. En Cantabria, cuyo Gobierno autonómico no participa del reciente acuerdo interinstitucional, se controlan 600 parejas, de las que 254 anidan en el valle de Soba, Ramales y la cuenca del Asón, y otras en Sanabria e Islares.

Dehesa subrayó que son los comederos creados por el hombre los responsables de la concentración «masiva» de buitres y de que «hayan variado su comportamiento pasando de ser carroñeros a depredadores». Además, advirtió de que la concentración de buitres pone en grave peligro de extinción a otras especies necrófagas como el alimoche, «al que desplaza de su hábitat natural de cría impidiendo su supervivencia».