Los países emergentes aconsejan al FMI y al Banco Mundial
GARA |
Los países emergentes están acostumbrados a que el FMI les diga lo que tienen que hacer para alcanzar la deseada meta de la prosperidad, pero este año han decidido ser ellos los que den consejos al organismo multilateral. Y en opinión del ex presidente del Banco Mundial (BM) James Wolfensohn (1995-2005) el Fondo Monetario Internacional (FMI) haría bien en escucharlos.
Wolfensohn recordó, en un foro financiero que tuvo lugar en Hong Kong a finales de setiembre, que el mundo en desarrollo, que ahora representa un 10% del Producto Interior Bruto mundial, aumentará su peso hasta el 65% para el año 2050. Advirtió que los países ricos no están preparados para ese «cambio tectónico» que se avecina y que creará un nuevo centro económico de gravedad en torno a China e India.
Pobres y ricos
Puede que animados por esas proyecciones y por el hecho de que esta vez no han tenido nada que ver con las actuales turbulencias financieras, los responsables de los países emergentes hayan decidido adoptar un tono desafiante. Los ejemplos se suceden y hasta en la propia sede del FMI, donde este fin de semana se celebró la Asamblea Anual conjunta del organismo y su institución hermana, el Banco Mundial. Sirva como ejemplo el comunicado emitido por el G-24, que agrupa a países africanos, asiáticos y latinoamericanos, en el que se acusa al Fondo de fracasar en su cometido de impulsar la estabilidad global.
Los ministros del G-24, hicieron alusión a la crisis en el sector de hipotecas de alto riesgo estadounidense que, dijeron, pudo haberse prevenido si el FMI analizase con tanto celo a los países ricos como a los pobres.
Algunos países latinoamericanos, Brasil entre ellos, han decidido tomar la sartén por el man go con la creación del Banco del Sur, que podría empezar a operar en los próximos meses.