La semana ha estado marcada por la oferta realizada durante la ampliación de capital por unos socios guipuzcoanos-chinos para hacerse con el dominio de la Real (un 35-40% del capital social) por una cantidad cercana a los cuatro millones de euros. El entorno de la Real ha asumido que el problema es su imposibilidad de generar recursos económicos para satisfacer las expectativas que le rodean y sólo hay dos caminos, el que siempre eligen los Consejos de mirar a la cantera para poder llegar a un equilibrio entre ingresos y gastos, o que alguien ponga veinte millones anuales de su bolsillo para que la Real sea como el Villarreal mientras la familia Roig quiera seguir con su capricho. Algunos, dispuestos a vender su alma al diablo y a la Real a unos chinos de los que nada se sabe, han recibido con los brazos abiertos esta opción. Pero una cosa es comprar el dominio de la Real para siempre por tres o cuatro millones y otra estar dispuesto a poner veinte cada año para desarrollar otro modelo de club. Y mientras no haya nadie dispuesto a poner ese dineral sistemáticamente, todo son cuentos chinos, y sólo queda la única alternativa posible para la Real.