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crónica | debate sobre la censura

Las mil y una formas de intentar controlar la mente de la gente

Este fin de semana, Gernika celebra el segundo Festival Contra la Censura. Como previa, la Biblioteca de Bidebarrieta acogió ayer en Bilbo una mesa redonda sobre las diferentes formas de censura artística.

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Karolina ALMAGIA

El músico argelino Mehdi Haddab, la cantante noruega Herborg Krakevik y el multi-instrumentista congoleño Ray Lema, que actuarán en los conciertos de Gernika, tomaron parte ayer en la mesa redonda organizada por Producciones Serrano. Junto a ellos estuvieron Miguel Ángel Rodríguez, de la clausurada Radio Caracas Televisión, el artista plástico congoleño Cheri-Cherin, Ole Reitov, representante de FREEMUSE (Foro Mundial sobre Música y Censura) y el cineasta gasteiztarra Juanma Bajo Ulloa.

«El arte siempre ha sido censurado y el siglo XXI no es una excepción», dijo en la introducción el periodista Roge Blasco, recordando casos cercanos como el cierre de Egin y Egunkaria o los ataques a Julio Medem y Soziedad Alkoholika. Ante un escaso público -que llevó a decir al director de «Airbag» que «el pueblo está anestesiado»- cada ponente expuso la forma en que ha sufrido la censura.

El músico argelino exiliado en el Estado francés Mehdi Haddab explicó que él eligió el rock como medio de expresión porque «me interesaba la implicación que conlleva de dar la vuelta a todos los dogmas, ese impulso del rock como de querer gritar. Sólo eso ya me causó muchos problemas».

En el caso de Bajo Ulloa, éste quiso aclarar que la censura que él sufre es «muy sutil, pero no menos grave. En mi país no se mata al que piensa diferente, pero se le silencia. Yo puedo hacer cine independiente si me empeño, puedo rodar, pero no difundir lo que he hecho. El entramado de distribución está en manos de unos pocos grupos de poder. Si no trabajas para ellos, no puedes llegar al público. Yo me he encontrado con un panorama desolador: no me hacen entrevistas, ni tengo posibilidad de exhibir las películas».

La cantante noruega Herborg Krakevik contó su caso personal en un país que se presupone libre de prejuicios racistas. «Hice un proyecto con un cantante de rap musulmán. Queríamos derribar prejuicios y demostrar que un musulmán y una cristiana pueden rezar y cantar juntos. Pero los medios le dieron un enfoque sensacionalista: para ellos el titular fue que nos habíamos peleado porque yo llevaba un vestido que no me cubría los hombros». Es, para esta cantante, un exponente de «lo difícil que resulta transmitir un mensaje si los medios no quieren».

En la misma línea se expresó Ole Reitov, quien, desde su labor en la organización FREEMUSE, lucha contra la censura en el mundo de la música. «Ahora, los medios han impuesto la teoría de que estamos ante una lucha entre civilizaciones, pero las cosas no son así. En los 90, en Afganistán los talibanes prohibieron escuchar música. En Pakistán, más de cien tiendas de música han sufrido atentados. Hay mucha gente en esas sociedades que lucha contra la censura, pero eso no interesa a los medios. La censura consiste en intentar controlar la mente y eso se da en todos los países. Por eso es muy importante que los artistas apoyen a sus colegas». Tras Reitov tomó la palabra el representante de Radio Caracas Televisión, quien se explayó contra el Gobierno de Hugo Chávez. «Soy un periodista perseguido y amenazado en Venezuela. Radio Caracas Tv ha denunciado desde su creación los abusos de todos los gobiernos. Chávez cerró nuestro canal acusándonos de ser golpistas y desestabilizadores. Para él, ser golpista es retratar una realidad, él quiere una hegemonía comunicacional estatal, quiere propaganda, no información».

En la mesa redonda estuvo también Cheri-Cherin, uno de los artistas que el año pasado formó parte en el Guggenheim de la exposición «100% África». El artista congoleño fundó el movimiento Pintura Popular, que actúa como «portavoz y cronista» de su sociedad. «Denunciamos lo que hay que denunciar y también proponemos soluciones». Cheri-Cherin fue el primero que se atrevió a representar en sus cuadros al dictador Mobutu. «Hizo mucho ruido y los militares me pararon los pies. Me persiguieron y tuve que irme a Europa. La última censura que sufrí fue cuando iba a exponer en Europa; el Gobierno decidió qué cuadros podía llevarme y cuáles no».

Finalmente, Ray Lema contó su propia experiencia en el Congo. «Como director del Ballet Nacional me propusieron hacer una ópera. La hice, pero cuando vieron que no ensalzaba a Mobutu se enfadaron tanto que me prohibieron ejercer la música. En el 79 me fui definitivamente de mi país. Ahora en el Primer Mundo veo otras formas de censura: los grandes estudios compran los espacios de difusión de la música».

 

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