El Museo de Bellas Artes de Bilbo recibe en depósito «La víctima de la fiesta», de Ignacio Zuloaga
El Museo de Bellas Artes de Bilbo ha recibido en depósito la obra «La víctima de la fiesta», de Zuloaga. Procedente de The Hispanic Society of America (Nueva York), permanecerá en Euskal Herria dos años.
Izaskun LABEAGA | BILBO
``La víctima de la fiesta'' es un lienzo de relevancia dentro de la producción de Ignacio Zuloaga (Eibar, 1870-Madrid, 1945). Fue una de las tres composiciones que el pintor vasco colgó en el Salón de París, la que mayor admiración causó entre los espectadores, tal y como recordó ayer María Rosa Suárez Zuloaga, nieta del genial artista y directora del museo de Zumaia.
El Museo de Bellas Artes de Bilbo ha recibido en depósito este cuadro, procedente de The Hispanic Society of America, y lo custodiará durante aproximadamente dos años, hasta octubre de 2009, mientras duren las obras que se acometen en la sede neoyorquina, inmersa en la reforma de sus instalaciones.
El cuadro pintado en 1910 fue adquirido directamente a Zuloaga en 1928 por Archer M. Huntington, fundador de The Hispanic Society. Conseguir que el óleo viajara hasta Euskal Herria no ha sido tarea fácil, ya que el propietario dejó por escrito su oposición a que fuera trasladado. Tampoco los conservaodres apoyaban la idea de moverlo. Finalmente, el lienzo ha viajado junto a las ``Visiones de España'' de Joaquín Sorolla que se expondrán a partir del día 7 en Valencia y que ya en 2009 veremos en Bilbo.
El Museo de Bellas Artes de Bilbo posee siete óleos y un dibujo de Ignacio Zuloaga. Ahora exhibe esta nueva obra en el hall Mogrovejo, en el edificio antiguo.
Una pieza clave
``La víctima de la fiesta'' es una pintura clave y representativa del Zuloaga «noventayochista», una pieza representativa de su visión tremendista de la España de la época. Hay quien, al ver el cuadro, ha afirmado que «es como si Velázquez y Goya se hubieran dado la mano».
La pintura deja patente la maestría en el dibujo del creador. La figura central es un picador, Francisco «el segoviano», el habitual modelo de Zuloaga, que agotado cabalga en un rocín herido tras una corrida de toros. La escena, en un paisaje sombrío, muestra una aspecto teatral. Es una imagen muy fotográfica.