Mira quién baila!» emitió el lunes su centenaria entrega. Cien emisiones, para algo tan insustancial, son muchas entregas, muchos días escuchando los mismos latiguillos a la presentadora, parecidos argumentos de los jurados, y solamente nos ha despertado del tedio la orquesta en directo que ha demostrado siempre ser de una flexibilidad espectacular y de unos recursos interminables, y los bailarines, bailarinas, corógrafos y demás personal que han ido acompañando a los famosos y famosas para que su presencia no sea solamente un ridículo compartido, sino un esfuerzo recompensado.

Lo que sucede cuando se llega a estos números redondos es que de repente te cae encima todo el peso de la historia. Los años transcurridos, la evolución de la especie, y compruebas cómo algunos programas se mantienen dentro de un nivel aceptable de audiencia gracias a no mutar, a clonarse a sí mismo, a repetir un esquema, un sistema de valores, de no introducir cambios en el reparto, es decir, si se va un patoso buscar a otro; si ha triunfado una graciosa, buscar en el mercado a otra. Y dentro del propio escalafón de participantes y contratados, han existido evoluciones deslumbrantes, al igual que fracasos estrepitosos.

Todo lo anterior es la parte objetiva. Así es, así ha sido, pero se nos olvida contar otros asuntos que han ido atravesando los cien capítulos, y el punto de máxima sorpresa estuvo en la presencia estelar de la nietísima de Francisco Franco Bahamonde, recibiendo todos los parabienes, todas las pleitesías de todo el equipo, empezando por la presentadora que pareció ser más que su amigo, su hermana, todo ello de una manera tan acrítica que llegó a levantar alguna leve protesta parlamentaria. No debemos olvidarnos que este programa está producido y se emite por TVE, en su primer canal, lo que condiciona y debería no abundar en asuntos de esta insustancialidad o dotar de sobresueldos a personajes de cierta calaña ideológica, vital y social. Por lo demás, es encantador ver a bellos esqueletos moverse con soltura, gracia y ritmo. Bailes muy elaborados que proporcionan un entretenimiento vaporoso.