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El bloqueo a Cuba, cerca del medio siglo con más contestación que nunca

Por decimosexto año consecutivo, en la sede de la ONU de Nueva York se visualizó el abrumador rechazo que provoca en la comunidad internacional el embargo de EEUU a Cuba. Ayer sólo cuatro estados estuvieron con el bloqueo.

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Jordi CARRERAS | NUEVA YORK

La Asamblea General de las Naciones Unidas apoyó ayer, con una contundente mayoría de 184 votos a favor, cuatro en contra -EEUU, Israel, las islas Mar-shall y Palau- y una abstención -Micronesia-, un texto en el que se pide el levantamiento del embargo estadounidense a Cuba. Este texto se empezó a votar en 1992, con el apoyo de 56 estados miembros. Este año ha cosechado el mayor número de adhesiones, superando por un voto el resultado del año pasado, puesto que Nicaragua estuvo presente en la votación. Como todas las de Naciones Unidas, la votación no es vinculante, pero moralmente supone un nuevo revés a la política estadounidense respecto a la isla antillana.

En febrero de 1962, una orden ejecutiva del presidente John Fitzgerald Kennedy decretó formalmente el bloqueo comercial, económico y financiero a Cuba. Aunque la oposición estadounidense a la Revolución cubana ya había empezado pocas semanas después de su triunfo, cuando en febrero de 1959 Estados Unidos negó a Cuba la concesión de un modesto crédito para mantener la estabilidad de la moneda nacional. Posteriormente, vinieron otras medidas como la reducción del suministro de combustible a la isla por parte de las multinacionales estadounidenses, la paralización de plantas industriales, la prohibición de exportaciones a Cuba y la supresión, primero parcial y luego total, de la cuota de azúcar.

En 1992, y coincidiendo con la primera votación en las Naciones Unidas de un texto como el que se votó ayer, en el que se pide el fin del bloqueo, la llamada Ley Torriceli dio una vuelta de tuerca más al hostigamiento comercial de Estados Unidos a Cuba, con medidas como prohibir que los buques de terceros países que toquen suelo cubano, no puedan hacerlo en un puerto estadounidense hasta pasados seis meses y después de solicitar un nuevo permiso.

Cuatro años después, la Ley de la Solidaridad Democrática y de la Libertad Cubana, conocida como la Ley Helms-Burton, endureció aun más la agresividad estadounidense al imponer san- ciones a los inversionistas extranjeros en Cuba.

Empecinamiento y disensiones

Todas estas medidas no han dado nunca el resultado esperado por sus promotores. Pero ante la moción de Naciones Unidas y ante una hipotética sucesión de Fidel Castro que no conlleve los cambios que el Gobierno de los EEUU desea, George Bush dijo hace poco que «Estados Unidos no dará respiro a un régimen criminal que victimiza a su propio pueblo. No apoyaremos lo mismo de siempre con caras nuevas, al viejo sistema sostenido por nuevas cadenas. La palabra clave en las relaciones de futuro con Cuba no será `estabilidad', será `libertad'». Y en ese sentido Bush prometió un «fondo de libertad» que «proporcionará ayuda a Cuba a cambio de que cambie su Gobierno».

Pero los planteamientos de Bush y otras administraciones estadounidenses hace tiempo que encuentran detractores en casa. El gobernador de Nuevo México y candidato demócrata a la presidencia de los EEUU, Bill Richardson, respondió el discurso de Bush diciendo que el embargo ha fracasado. Richardson, que podría ser el primer presidente hispano, dijo que en caso de llegar a la Casa Blanca permitiría viajar libremente a Cuba y estimularía el comercio para abrir un diálogo con el Gobierno cubano, con el fin de lograr una transición.

En esta misma línea, en mayo se supo que la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos está investigando los efectos del embargo en los sectores agrícola y turístico estadounidenses. Precisamente este último sector, el turístico, ha presionado a diversos congresistas para que en un futuro muy próximo -se entiende que con la nueva Administración, ya que con Bush queda claro que no será- se levante el embargo o cuando menos, se permita el restablecimiento del tránsito aéreo y marítimo con Cuba. La Asociación Estadounidense de Agentes de Viajes (ASTA) prevé que si en 2008 -debería ser a partir de diciembre, puesto que las elecciones presidenciales no serán hasta noviembre- se empezaran a tomar medidas para levantar el bloqueo, en menos de dos años habría cerca de dos millones de estadounidenses que viajarían a la isla. Hasta ahora, sólo unos pocos lo hacen, a través de México y Canadá pero exponiéndose a multas de hasta 5.000 dólares, ya que en 2005 y 2006, 800 estadounidenses fueron sancionados por haber viajado a Cuba. Pendiente de una resolución está el caso de Michael Moore y algunas víctimas del 11-S que viajaron a Cuba para el rodaje del último film del realizador.

La respuesta cubana

El ministro de Asuntos Exteriores cubano, Felipe Pérez Roque, parafraseó el discurso de Bush en que mencionaba «palabras clave» para las relaciones bilaterales, diciendo que para Cuba «la palabra clave es coraje». Pérez Roque dijo que EEUU «debe dejar de intervenir groseramente en los asuntos internos de Cuba, fabricando una oposición y financiando mercenarios» y añadió que «Bush ve que se le acaba su mandato y no ha podido satisfacer ni a la mafia ni a la ultraderecha cubana de Miami». El canciller cubano cuantificó en 89.000 millones de dólares las pérdidas directas ocasionadas por los casi 49 años de bloqueo y puso ejemplos prácticos. Dijo que sin el bloqueo, Cuba podría adquirir cada día 139 omnibuses para el servicio urbano y 48 locomotoras a la semana. Por su parte, el presidente Fidel Castro dijo en sendos artículos publicados la semana pasada que «Bush está obsesionado con Cuba, a la que quiere reconquistar por la fuerza».

El bloqueo de todos estos años ha provocado situaciones surrealistas. Por ejemplo, este año, funcionarios cubanos que llegaron de visita a Suecia y Noruega, fueron desalojados del hotel porque es de capital estadounidense. Los dos estados nórdicos aceptaron la aplicación en su territorio una ley estadounidense.

184 frente a 4

Nicaragua se sumó ayer a la declaración contra el bloqueo, lo que elevó el número de países que lo apoyaron a 184. Sólo EEUU, Israel, las islas Marshall y Palau defendieron la continuidad del castigo al pueblo cubano.

Los otros «exiliados» cubanos

Ni de lejos es tan conocida como la que forman sus paisanos en Miami, pero en Union City (New Jersey) se encuentra la segunda comunidad cubana de Estados Unidos. No los separa únicamente el clima, tan diferente al de Florida, sino también su actitud respecto al país de nacimiento de muchos de ellos.

Pese a que muchos se fueron de la isla para encontrar mejores condiciones de vida, los cubanos de New Jersey se distancian de los de Miami en la beligerancia que exhiben hacía el régimen. Cuando Fidel Castro enfermó hace más de un año, la CNN y otros medios enviaron allí sus unidades móviles esperando una reacción similar a la de Miami. Pero se tuvieron que ir con el rabo entre piernas ya que, pese a las ansias de cambio de muchos exiliados de New Jersey, no se celebraron los problemas de salud del presidente cubano.

«El bloqueo no ha resuelto absolutamente nada. Yo creo que si no hubiera existido nunca, Fidel ya no estaría ahí», explica Ignacio Alfonso desde detrás de la barra de El Artesano, el restaurante que abrió en 1972. Alfonso, que pasó cinco años encarcelado por un intento frustrado de huida en 1966, relativiza el bloqueo «porque sólo se lo hace Estados Unidos pero con todos los demás puede negociar».

Por contra, Alfonso entiende que tiene que haber un cambio pacífico que lleve la libertad económica y de información a la isla pero tutelado por los socialistas. «Los únicos que pueden tener a raya a los cubanos son los socialistas, que tienen el control total. Además, muchos cubanos y de otras nacionalidades están esperando la caída del régimen para ir a llevar droga y a hacer otros business ahí y eso, los únicos que pueden manejarlo son los que mandan ahora».

El Artesano está situado en Bergenline Avenue, una larga calle comercial de Union City que antaño era prácticamente patrimonio exclusivo de cubanos y que en la actualidad es un pedazo de América Latina en New Jersey. Otro local cubano con solera en la misma Bergenline Avenue es el Restaurant La Cachita.

Allí Guillermo Abello se suelta al saber que lo que diga se publicará en Euskal Herria, lejos del entorno donde vive, en el que asegura que también hay muchos cubanos cargados de odio contra el actual régimen. Abello se fue de Cuba un año y medio antes del triunfo de la Revolución y arremete contra los que pretenden volver a la Cuba prerrevolucionaria.

«¿A qué Cuba quieren volver estos viejos arcaicos y resentidos? ¿A la Cuba de miseria de Batista? En mi casa no éramos ricos ni mucho menos, por eso emigré acá. Pero teníamos tres criadas, ¿y sabe usted porqué? Por un plato de comida al día y un vestidito que les compraba de vez en cuando mi madre».

Abello está perfectamente al corriente de la situación que se vive actualmente en Cuba y se muestra crítico con la política de EEUU hacia la isla antillana, pese a que considera que el pueblo estadounidense y su Gobierno son cosas muy diferentes. «¿Por qué no aplican el bloqueo a China o a Vietnam, que también son comunistas?», pregunta.

También tiene alguna crítica para Cuba. «La Revolución es indiscutible que ha sido un éxito en según que cosas pero en otras el Gobierno debería ser más abierto, como dejar la libre empresa para todos», apostilla Guillermo Abello desde Bergenline Avenue. Jordi CARRERAS

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