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crónica | ley de reagrupamiento familiar

Saliva para mostrar el rechazo a una ley tildada de liberticida

El portón de la Subprefectura de Baiona suele ser uno de los lugares que habitualmente eligen sindicatos, partidos y mo- vimientos o colectivos para concluir sus manifestaciones.

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Arantxa MANTEROLA

También lo fue ayer para la concentración que Cimade y Liga de los Derechos Humanos ha- bían convocado para protestar contra la ley que preve la posibilidad de realizar tests de ADN a los extranjeros que quieran reunirse con sus familias residentes en el Estado francés.

Una concentración un tanto peculiar, a decir verdad. No faltaba la pancarta convencional, ni los portavoces, ni los panfletos informativos. El número de congregados -unos sesenta- tampoco era excepcional. Quizás la presencia de diversos electos o representantes sindicales o de asociaciones podría considerarse inusual ya que coincidieron, entre otros, concejales del PS, sindicalistas de CFDT y de LAB junto a conocidos miembros del PC.

Lo singular de la protesta fue el modo que eligieron para denunciar una ley que, como dijo Laurence Hardouin, presidenta de Cimade de Baiona, «consti- tuye una amenaza para las libertades».

Muestras de saliva

Y es que, una vez desplegada la pancarta, colocaron una silla delante y dos enfermeras empezaron a tomar muestras de saliva de la boca de los que iban sentándose en ella. Con este acto simbólico pretendían solidarizarse con los extranjeros a los que podrá aplicárseles la ley recién adoptada.

Una norme que, según Hardouin «no es irrelevante porque, una vez más, el objetivo es hacer una amalgama entre inmigrante y delincuente». Los dos colectivos convocantes denunciaron que lo que el gobierno pretende con esta nueva ley es «hacer aún más difícil el reagrupamiento familiar de los inmigrantes». Abundando en su argumento, aseguraron que «viola un derecho fundamental, como es el derecho a vivir en familia que no debería ser objeto de ninguna excepción».

No toquen a mi ADN

Voisin reafirmó su solidariad para con quienes pueden «sufrir» esta ley y, emulando el conocido slogan «Touche pas à mon pote», que SOS Racisme hiciera famoso hace más de dos décadas, pidió que «rechacen que se toque su ADN» porque estiman que esta ley «abre una brecha en nuestro derecho que, a término, podría tener consecuencias para todos, seamos franceses o extranjeros».

Las enfermeras recogían los bastoncillos de las muestras mientras los representantes de los dos organismos cruzaban el portón para ser recibidos por el subprefecto, Un portón custodiado también habitualmente por policías en cuyos rostros no atisbaba el mínimo gesto de sorpresa por la singular escena a la que habían asistido.

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