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Raimundo Fitero

Protección

Durante un tiempo se movilizaron las partes influyentes y convirtieron, en la teoría y el dogmatismo, algunas franjas horarias de la programación televisiva en un lugar de una supuesta regeneración infantil. Códigos de comportamientos, tabulaciones, escarceos con la prohibición, la recomendación y el libre albedrío, para olvidarse de una manera más o menos objetiva al paso de las campañas electorales. ¿Cuáles eran los horarios de protección a la infancia que no recuerdo? Yo diría que toda la programación televisiva es nociva para la salud mental de los niños y las niñas, especialmente aquella que está pensada para ellos de manera más específica, ya que es en esas series donde vemos las actitudes más reprobables sin apenas punto de vista de reproche.

La niñez se ha convertido en un temario de madurez para los adultos. Cuando la sociedad parecería más dispuesta a aceptar todos los avances en el campo de la pedagogía y de la enseñanza para que la niñez, la escuela, la convivencia con los niños fuera un lugar de baja tensión y de comprensión y avance, parece ser que la hemos convertido en un lugar terrorífico. Si vemos los programas de ayuda a las familias para convivir con sus niños imposibles de doblegar en sus impertinencias, caprichos o soberbias, si asistimos estupefactos a la manera que algunos familiares tienen de excusar a su nieto, hijo o sobrino al que acabamos de ver en grabación onerosa cómo le pega una paliza absolutamente con saña y maldad a un compañero, empezaremos a entender que algo se nos está yendo de las manos.

Por eso los niños y niñas africanos necesitan mucha más protección, pero especialmente de quienes proclaman con anuncios en la red y frases de manual que quieren protegerlos, es decir de quienes quieren convertirlos en lo que no son, quienes los separan de su realidad, por muy dura que sea, y los transforman en niños de mercado. ¡Qué horror! Me entran náuseas. Me cuesta entender sin acaloramientos lo de esa supuesta oenegé que tiene a algunos de sus miembros detenidos en Chad. No me da buena espina. Nadie puede decidir unilateralmente el destino de nadie. Y menos de los niños y niñas.

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