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Raimundo Fitero

Efecto Dioni

Santiago Segura ocupa un tiempo televisivo en La Sexta a base de acumular ridículos. Quizás en otro campo teórico se podría decir que lo que acumula son extrañezas. O extravíos. O extraviados. La nómina de colaboradores deberían estar subvencionados por algún departamento de bienestar social autonómico ya que la mayoría parece tener un hervor de más o de menos. El matiz marca los territorios, y nunca sabemos si los tiene para que nos riamos con ellos o de ellos. El caso es que a base de colocarse siempre en la parte más borde va tejiendo un espacio televisivo en donde la advertencia del título «Sabías a lo que venías», no le debería dar patente para ahondar por los puntos más débiles de sus colaboradores.

Tiene sección fija uno de esos personajes que han ido atravesando la historia de la insensatez colectiva. Dioni, tuvo himno sabiniano, «Con un par», y su gran aportación a la vida pública, a la filosofía popular y la mitología casposa es haber atracado un furgón blindado de una compañía de seguridad. Más que atracarlo, simplemente, lo robó desde dentro. Lo que siguió al caso del robo, es un caso muy conocido, pero que no parece haber encontrado todavía el final porque el hombre se ha convertido en un personaje tras ser descubierto en Brasil. Acabó su escapada pero empezó su vida mediática.

Tras pasarse por todos los platós, cumplir un tiempo corto de prisión, grabar un disco, regentar un puti club o presentarse como candidato a alcaldía, ahora se dedica a dar clases de robos por televisión. Se trata de consejos en tono jocoso, pero si se le quita un poco el humor chocarrero que acompaña a cada entrega, sí da ideas. Lo malo del asunto es que se crea en el estudio, en la presentación, en la relación con los invitados, una relación de aplauso y de encumbramiento del Dioni, y aparte de cualquier otra consideración ética, lo que parece obvio es que el pobre hombre es un pringado. Lo dice el mismo, existe un «efecto Dioni», que consiste en que todo salga mal. Y Segura remata, «yo a eso le llamo el defecto Dioni». Así se gana la vida. Es feo pedir, pero más feo es robar y ser tan feo.

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